Milenio

Mi cartera es un teléfono

- Fernando Santillane­s fernando.santillane­s@milenio.com o Twitter: @santillane­s

Desde hace años se hizo la promesa de que algún día llegaría a México un servicio digital que permitiría pagar en muchos establecim­ientos, pero no con efectivo, no con una tarjeta plástica de crédito o débito, sino acercando el teléfono a una terminal y listo, el váucher estaba hecho.

Pero, como toda tecnología, tuvo que ser probada en otros países —principalm­ente en Estados Unidos— para ver la aceptación del consumidor, de los negocios, las posibles fallas y un sin fin de cosas que pasan siempre que se empieza a adoptar una nueva tecnología.

Hace un par de semanas Samsung presentó oficialmen­te su servicio Samsung Pay, que si bien lleva ya un par de años en el mercado, no ha sido fácil su llegada a nuestro país.

Recuerdo que en 2015 el entonces encargado de marketing en Samsung México, José Luis de la Vega, me decía luego del anuncio de Pay en el Mobile World Congress en Barcelona, que esperaba que a finales de ese año estaría listo el servicio en México.

Un poco errado el cálculo, pero en estos años cada vez que preguntaba sobre cuándo estaría Samsung Pay en el país, la respuesta siempre era “pronto”.

Y es que la experienci­a de usar esta tecnología puede ser —dependiend­o del establecim­iento— toda una aventura.

Día uno. Gasolinera en la colonia Narvarte: pido que me llenen el tanque, la bomba en ceros, la máquina se para en 800 pesos. “¿Factura joven?”, me pregunta el despachado­r, le respondo que sí y cuando me pregunta con que tarjeta haré el pago, digo “American Express”. Llega con la terminal de AMEX y cuando le enseño mi teléfono con Samsung Pay me responde que eso no se acepta ahí. Le explico que funciona con cualquier terminal y que solo basta con acercarla. Con una mirada más que temerosa, me dice que no les han dicho de eso y que no puede recibir el pago más que con la tarjeta, le pido de nuevo que me deje acercar el teléfono y negándose una vez más me dice que no se puede y que por favor le pague.

Al final, luego de pedir hablar con el gerente, la respuesta que me dan es que “luego hacen fraudes con cosas así” y me pide que por favor si no tengo otra forma de pago le deje el celular en prenda para ir por dinero. Mejor saco la tarjeta, hace el cobro y me despide con un “ya ve nomás perdimos el tiempo”.

Día dos. Restaurant­e de comida italiana: pido la cuenta, le digo al mesero que pago con Amex. Llega con la terminal y le muestro la tarjeta virtual y me dice “uy joven, eso es como la tarjeta, esa que nada más la pegas”, le respondo que sí, pero él argumentó: “No pues no creo que jale, siempre que nos quieren hacer eso no funciona o se traba la terminal y mejor nos dan la tarjeta, de hecho el gerente ya nos dijo que les pidamos a los que nos sacan esa tarjeta que siempre la metamos con el chip, porque qué tal si no lo registra

bien el banco”. Más receptivo que en la gasolinera, el mesero acepta que acerque el teléfono y el pago se realiza. Con asombro me dice “uy, sí está padre, pero pues hay que traer un teléfono bien caro para eso”.

Luego de eso realice sin tanto rollo pagos con Samsung Pay en otros tres establecim­ientos que por sorpresa o curiosidad aceptaron “la prueba” de hacer algo casi mágico al pagar con un teléfono. Insisto, sin duda esto será el futuro de hacer pagos, espero que no solo sea Samsung el que permita esto, sino que Google se ponga las pilas para que Android Pay llegué a México y Apple por fin vea que no somos un mercado tan malo para su servicio de pagos con iPhone, pero lo más importante es y será que estas compañías tengan claro que más que el consumidor, hay que evangeliza­r al mesero, al gerente, a los negocios para que acepten sin miedo los pagos así y no te vean con cara de que les vas a hacer un fraude o que eres un loco por querer pagar con tu smartphone. m

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