Encuestas y propaganda
Todo candidato o partido tiene sus propios estudios y está en libertad de difundirlos o interpretarlos; en todo caso, es responsabilidad de cada empresa definir posición si se le menciona o sus estudios son difundidos en los medios
Las encuestas por sí mismas no dan votos, pero sí inciden en el proceso electoral y en las campañas. Los partidos y los candidatos les conceden demasiada importancia y esto atiende a dos consideraciones de su impacto: primero, son fundamentales para el financiamiento privado, la mayor de las veces subrepticio e ilegal, y, segundo, afectan favorable o negativamente al círculo de campaña inmediato de los contendientes. Por tal consideración las encuestas se han vuelto un medio de propaganda. Todo candidato o partido tiene sus propios estudios y cada quien está en libertad de difundirlos o interpretarlos. En todo caso, es responsabilidad de cada empresa definir posición en caso de que sea objeto de mención o que sus estudios sean difundidos formal o informalmente en medios de comunicación.
En esta elección Andrés Manuel López Obrador les ha concedido una importancia mayor y en ocasiones desproporcionada. A diferencia del pasado en el que los estudios mostraban un resultado cerrado, la ventaja derivada de su campaña anticipada significa que en la mayoría de éstos aparezca a la delantera de las intenciones de voto, asociado también al elevado nivel de conocimiento que hay sobre su persona. Estudios auténticos, falsos, razonablemente serios y francamente frívolos pasan a ser objeto de su pública atención y difusión. La intención es evidente: hacer valer la profecía de la inevitabilidad de su victoria.
Como se advierte, el problema no es de precisión, tampoco de metodología o técnica, la cuestión es sobre el uso propagandístico de las encuestas. Los medios y las empresas que realizan este tipo de estudios se encuentran en el fuego cruzado de los proyectos políticos en competencia y los intereses asociados. Lamentablemente, la atención pública se centra en la respuesta al reactivo que más ha perdido precisión, que es el de la intención de voto, sin considerar elementos complementarios fundamentales como son su consistencia con las respuestas a otros reactivos, tasa de rechazo, no respuesta, segunda intención de voto, entre otros.
Ayer, un estudio realizado por el Gabinete de Comunicación Estratégica para el equipo de trabajo de la precandidata independiente Margarita Zavala fue difundido como encuesta de intención de voto. En realidad se trata de una investigación para propósitos de estrategia de una campaña compleja por lo inédito de la figura de candidato independiente. El foco de atención es el segmento afín a la precandidata. No hay claridad de cómo se hizo público un trabajo interno, por lo que GCE ha desautorizado no la autoría, sino la publicación del estudio, mismo que no presenta las dos preguntas de control que segmenta o sesga al público encuestado y por lo mismo induce al error.
El estudio es útil como instrumento de trabajo interno. A los responsables de la campaña les ofrece conclusiones alentadoras y positivas que son líneas de trabajo de comunicación y de estrategia de campaña. Margarita es una precandidata muy competitiva y en ciertas circunstancias podría estar disputando el triunfo. Sin embargo, presentar una investigación de tal naturaleza como una aproximación de intención de voto actual, representativa y confiable induce al error.
Si a muchos analistas se les dificulta el ejercicio de interpretación de un sondeo de opinión, mucho más difícil lo es para el público. Lo que sí hay que considerar como criterio de veracidad es el medio y la empresa que suscribe la investigación, con la salvedad de que nadie es inmune al error derivado de un entorno de desconfianza y donde los encuestadores han perdido credibilidad y cada vez son apreciados por el público como partes interesadas de la competencia por el poder. Las diferencias de resultados entre encuestas serias son insostenibles e inexplicables.
Hay que acostumbrarse al uso y abuso de las encuestas, al menos para estos comicios. No es la regulación por la autoridad lo que pueda impedir o contener este uso indebido de la investigación, en todo caso es competencia de cada firma y de cada medio responsabilizarse por la calidad de los resultados y, en su caso, precisar o aclarar cuando no sean propios o cuando no sean para objeto de difusión pública por el propósito particular de la investigación, como fue el caso en mención.
Es de esperar que los candidatos y los partidos utilicen los recursos a su alcance para mejorar su posición. Lamentablemente, la encuesta no solo remite a una guerra de propaganda, sino también al financiamiento ilegal en campañas, asunto preocupante por sus implicaciones y consecuencias. M
Lamentablemente, la encuesta no solo remite a una guerra de propaganda, sino también al financiamiento ilegal en campañas