EPN inhibido
El presidente de México, Enrique Peña Nieto, canceló la visita a Tamaulipas que tenía programada para el próximo 30 de enero, según fuentes diversas.
Fue la tarde del viernes cuando el equipo del Estado Mayor Presidencial notificó a las autoridades tamaulipecas sobre la cancelación de la visita del mandatario, se dijo.
El Presidente iba a inaugurar el libramiento Sur II, pero la semana pasada personal presidencial y de seguridad de Peña Nieto acudió al punto donde se realizaría el acto protocolario, y las huestes federales se dieron cuenta de un clima de tensión y hubo resguardo por lo menos por una veintena de militares.
Entre martes y jueves, los enfrentamientos y bloqueos que se atribuyeron al crimen organizado produjeron al menos nueve muertos, heridos, autos quemados y daños en inmuebles.
Será el martes próximo cuando el funcionario visite Acapulco, donde habrá de inaugurar el Hospital General, cuya ceremonia fue cancelada esta semana.
La cancelación, hecho insólito, da cuenta lamentable de la inseguridad, de la indefensión, y llega al extraño caso de que el poder superior de la República fuera obligado a someterse a los designios e intereses de criminales, por lo visto muy organizados.
No se puede citar un acontecimiento y retos tan ominosos por una fuerza que logró someter, así sea circunstancialmente, a todo tipo de fuerzas oficiales. De seguro en esta movilización estaría comprometido el Estado Mayor Presidencial, fuerzas del Estado, ya muy identificadas contra la violencia extrema.
Es de referirse de nuevo la pérdida del control y de vida humanas más que nada en Tamaulipas, Guerrero y, en aumento, en Oaxaca y Puebla. Aunque sea próximo al exceso se puede afirmar que tales estados están perdidos por la violencia y la hegemonía de agentes ante los cuales las fuerzas oficiales de la Nación, del Estado y de los municipios se han visto más que impotentes.
La cancelación de la visita del Presidente no fue impedida por ninguna fuerza oficial. Muy grave asunto éste. No han bastado los empeños de las fuerzas represivas, ni mucho menos.
Seguramente con la aplicación de la denostada Ley de Seguridad Interior, habrá por lo menos una defensa inmediata. Este es un pésimo final de administración.
Ya casi se ha llegado a la solicitud de un estado de emergencia. Infortunadamente los llamados criminales muy organizados no son conocidos o al menos no han sido señalados con precisión públicamente.
Cancelar una visita presidencial es no solamente amenaza. La rebelión consiguió un logro odioso, preocupante y que podría ser efímero y reprimido.