“El fotógrafo de antes era más artista”: Moya
Exhibe en el Museo de Historia de Tlalpan 90 imágenes de un país en transformación
La técnica digital quita imaginación, aunque nos da un producto virtual precioso, afirma
El fotógrafo Rodrigo Moya describe su llegada a Cuba, en 1964, como “una emoción tremenda, porque llegamos a un país que había triunfado por primera vez en América Latina contra una dictadura tan feroz como era la de Batista, y era llamado ‘territorio libre de América’”.
Moya, con Rius y Froylán Manjarrez, estuvo cinco semanas en la isla para documentar el inicio de la Revolución cubana. El proyecto era hacer un libro, pero el patrocinador murió. “Rius publicó su libro Cuba para principiantes y Froylán algunos apuntes sobre el viaje, pero en mi caso mis fotos fueron vetadas y se fueron al archivo durante más de 30 años”, cuenta Moya a MILENIO.
Después Moya publicó algunas de las mil 200 fotos que tomó. Pero fue hasta 2009 cuando un grupo de catalanes se interesó por su trabajo por los 50 años de la revolución. Más tarde el Instituto Cervantes la llevó a Europa y Asia.
En México, fue hasta la edición 2017 del Festival Cervantino cuando el trabajo del fotógrafo fue visto, y ahora por primera vez presenta una selección de 90 imágenes en CdMx, en el Museo de Historia de Tlalpan, en la exposición Cuba 1964. La revolución en marcha, que permanecerá hasta el 25 de febrero. “Este viaje era el primero de cuatro que había proyectado porque quería cubrir también el deporte, las fuerzas armadas, la mujer cubana, la vida íntima de los cubanos en sus casas, con sus privaciones, entre otros. “Cada que regresaba me encontraba con una Cuba nueva, con más adelantos en muchos terrenos de la medicina que, por ejemplo, empezó con un arranque de 100 metros planos en la Revolución. “La última vez que visité la isla fue en 2009, y encontré cambios y problemas nuevos. Hay una juventud que no vivió la revolución y que se ha vuelto un poco antirrégimen porque recibe dinero de sus parientes de Estados Unidos, quienes eran antes ‘los gusanos’ y que ahora son los emigrados. Cada vez que voy tomo algunas fotos, pero estoy mal de la vista y tengo ya pocas facultades”.
Moya está escribiendo sobre el papel del fotógrafo: “Lo que fuimos, lo que significamos en las redacciones, lo mal que nos trataron y cómo lo siguen haciendo. El pobre fotógrafo sigue siéndolo. “La fotografía está cambiando de clase debido a cuestiones políticas y la revolución tecnológica. La digital es un subproducto de la guerra, pero es maravillosa: nos da posibilidades que antes eran impensables, pero también le resta mucho a los fotógrafos: les quita imaginación y nos da un producto virtual precioso en lugar de darnos un producto tangible. Además, tienes que cambiar de software constantemente y se gasta mucho dinero.
Agrega: “El fotógrafo de antes era más artista, más reflexivo. No podías tomar 40 fotos de un momento, sino cuatro o cinco; ahora disparan a lo loco porque la cámara ajusta la exposición, enfoca, y después pueden editar en Photoshop y cuesta mucho. “La foto se ha convertido en un oficio reconocido por las élites. Antes los fotógrafos éramos gente de segunda en la redacción de los periódicos”. m