Milenio

Las mejores ciudades para los niños

SINO TAMBIÉN SU BUEN DESARROLLO EMOCIONAL

- Simon Kuper

Para la mayoría de los padres, la pregunta principal sobre cualquier ciudad es: ¿será un buen lugar para criar a mis hijos? Brent Toderian, urbanista en jefe de Vancouver de 2006 a 2012, tuiteó una vez sus tres criterios para hacer los centros de la ciudad amigables con la familia: “1) garantizar vivienda de tamaño suficiente para una familia; 2) garantizar atención guarderías, escuela y apoyos: 3) diseña el #ámbitopúbl­ico para niños”

Pocas ciudades pasan su prueba, los urbanistas suelen ser hombres que no cuidan a niños, y se nota. Gil Penalosa, fundador y presidente de la organizaci­ón 8 80 Cities, dice que en la mayoría de las ciudades, “encuentro parques perfectos para perros. Eso ocurre en países desarrolla­dos. En los países en desarrollo no hay buenos parques para perros ni para niños

Incluso un parque urbano icónico para niños no es suficiente. Lo que más importa es una amplia disponibil­idad de parques. Es menos probable que los niños utilicen un destino “más allá de 800 metros de su casa”, de acuerdo con Cities Alive, el nuevo libro de Arup, la firma de planeación y diseño urbano.

Para encontrar la mejores grandes ciudades para niños, busqué en países desarrolla­dos y apliqué la “prueba de la paleta”, la preferida de los planificad­ores urbanos con conocimien­tos: “¿Un niño puede caminar con seguridad de su casa a la tienda, comprar una paleta y regresar a casa antes de que se derrita?”. Cuando estaba creciendo en una casa en una pequeña ciudad holandesa, visitamos a una familia en París. Me sorprendió: ¿cómo podría tanta gente entrar en un pequeño piso sin luz? ¿Dónde estaba el jardín?

En la actualidad tengo esa vida. Estoy criando tres hijos en París, la ciudad más poblada de Europa. Cuando los niños juegan futbol alrededor de la mesa del desayuno en las lluviosas mañanas de invierno, siento como si viviera en un parque infantil.

Hay cosas maravillos­as al criar a los hijos en París, como los viajes escolares al museo de Louvre. A los tres años, 98% de los niños franceses asisten a jardines de niños gratuitos donde la comida es tan superior a la mía que durante la cena me la pasaba hablando entusiasma­do del almuerzo. Los niños franceses aprenden modales, por lo que es un placer invitarlos.

Existe una ventaja de no tener espacio privado al aire libre: todos usan el espacio público. Cuando mis hijos entran al parque local, por lo general sus amigos están allí. Los padres solíamos verlos desde bancos fuera de los juegos. Ahora que los niños son más grandes, los observamos desde el café al otro lado de la calle.

Pero París no pasa la prueba de la paleta, debido a la ausencia de reglas de conducción. Aquí, los pasos peatonales los tratan como estacionam­iento e ignoran la luz roja del semáforo. Todo es tan atlético a menos que seas padre. La otra mañana, a la hora de dejar a los niños, vimos cómo un camión pasaba por la escuela en la dirección equivocada de la calle. Pocos padres aquí se atreven a dar autonomía a sus hijos. Casi nunca he visto una bicicleta infantil, excepto en un parque.

El otro aspecto negativo son los parisinos mayores que creen que no se debería ver ni escuchar a los niños. Cuando algunos de nosotros en el edificio de departamen­tos pedíamos una hora a la semana de juegos para los niños en el patio los viernes por la noche, los ancianos se horrorizar­on.

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