La frontera sitiada
Desde los atentados del 11 de septiembre, el gobierno estadunidense ha incrementado gradualmente la seguridad a lo largo de su frontera con México, hasta convertirla en una de las zonas más patrulladas en todo el planeta. Las comunidades fronterizas compuestas por más de 12 millones de personas en ambos lados de la línea que divide a México de Estados Unidos viven en una zona militarizada.
El servicio de aduanas y protección fronteriza (CBP, por su sigla en inglés) es la agencia policiaca más grande del país, con un presupuesto que supera el dinero que, en suma, recibe cada año el FBI, la ATF, la DEA, el Servicio Secreto, los US Marshals y el Departamento de Policía de Nueva York.
La agencia cuenta con una fuerza aérea similar a la de Brasil. Con 21 mil guardias de la Patrulla Fronteriza bien armados y elementos de la Guardia Nacional en porciones de Texas, mil 126 kilómetros de muro, drones, vehículos todo terreno y tecnología de vigilancia, la frontera entre ambos países registra una presencia de seguridad similar a la que el gobierno estadunidense mantiene entre Corea del Sur y Corea del Norte.
La seguridad fronteriza se ha convertido en una narrativa costosa para los contribuyentes estadunidenses que han pagado más de 100 mil millones de dólares para tratar de sellar su frontera con México, bajo la suposición de que el fenómeno de la inmigración indocumentada es generado más por una frontera vulnerable que por los factores que expulsan a cada vez más migrantes de sus comunidades de origen: violencia, cambio climático y pobreza extrema.
Todo este incremento en la seguridad generó además nuevas oportunidades para las organizaciones criminales que controlan el tráfico de personas y las pocas vías de acceso hacia la tierra prometida. Con la militarización aumentaron también las denuncias por la violación de los derechos de inmigrantes. Desde 2011 se han registrado 43 muertes a manos de agentes fronterizos y al menos siete personas han muerto, entre ellas tres menores de edad, por balas que los elementos de esa corporación dispararon a ciudadanos mexicanos mientras se encontraban en el lado mexicano de la frontera.
El presidente Donald Trump quiere 30 mil millones de dólares para incrementar la seguridad en la frontera sur. Mucho se habla del muro, pero la creciente militarización de la frontera lastima mucho más que nuestra dignidad. Es la expresión más clara de un sentimiento antimexicano promovido y explotado desde los pasillos del poder político en Washington. M