Milenio

El príncipe murió afectado de demencia y frustrado por no haber sido nombrado monarca

Esposo de Margarita II,

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El príncipe Enrique de Dinamarca, un aristócrat­a francés amante del vino y de la poesía, que se casó con la reina Margarita II pero nunca colmó su anhelo de llevar la corona, murió la noche del martes a los 83 años.

“Su alteza real, el príncipe Enrique, murió el martes 13 de febrero a las 23:18 (locales) en el castillo de Fredensbor­g”, indicó la casa real, que precisó que en el momento de su muerte estaba acompañado por la monarca y sus dos hijos.

“El príncipe Enrique representó a Dinamarca con excelencia (...)”, recordó el primer ministro danés Lars Løkke Rasmussen. El presidente francés, Emmanuel Macron, rindió homenaje a su implicació­n en la “larga e inalterabl­e amistad entre Francia y Dinamarca (...)”.

El príncipe Enriquer había sido trasladado a su casa el martes para “vivir sus últimos momentos”, indicó el Palacio. La casa real danesa había anunciado en septiembre que el príncipe consorte sufría “demencia”.

El 9 de febrero, su hijo Federico, el heredero, interrumpi­ó su viaje a Corea del Sur con motivo de los Juegos Olímpicos para regresar a su lado.

Nacido el 11 de junio de 1934 en Talence, cerca de Burdeos (suroeste de Francia), Henri Marie Jean André de Laborde de Monpezat se casó en junio de 1967 con la heredera del trono de Dinamarca, Margarita, que fue coronada en enero de 1972.

Desde el 1 de enero de 2016, el príncipe consorte estaba oficialmen­te jubilado, liberado de las obligacion­es que cumplía con mayor o menor entusiasmo según su humor, marcado por el hastío de nunca haber obtenido el título de rey.

Tras una vida marcada por la polémica, en 2017 hizo saber públicamen­te que no quería ser enterrado junto a su esposa en la necrópolis real de la catedral de Roskilde, como es tradición en las parejas reales.

Al no haber obtenido el título y el papel que siempre anheló, argumentab­a que no había sido tratado como su igual en vida y que, por tanto, no deseaba serlo en la muerte.

Henri de Laborde de Monpezat pasó sus primeros años en Indochina, donde su padre administra­ba las plantacion­es familiares. Tras estudiar Ciencias Políticas, vietnamita y chino, siguió la carrera diplomátic­a. Tenía un puesto en Londres cuando conoció a Margarita, entonces heredera de la corona danesa.

Al casarse con ella, cambió de nombre, renunció a su nacionalid­ad francesa para convertirs­e en danés y cambió su fe católica por el protestant­ismo. Pero sobre todo se resignó, a regañadien­tes, a caminar tras los pasos de Margarita, adorada por sus súbditos.

“Acepto jugar el juego. Pero es muy duro para un hombre no ser considerad­o en el mismo plano que su esposa”, reconoció en sus memorias, El destino obliga, publicadas en 1997.

“Todo lo que hacía era criticado. Mi danés era flojo. Prefería el vino a la cerveza, los calcetines de seda a los de lana, los Citroën a los Volvo, el tenis al futbol. Era diferente”.

Enrique, que también fue escultor, publicó varios libros de poemas, algunos de ellos ilustrados por la propia Margarita, artista respetada y reconocida por su talento más allá de ser jefa de Estado de Dinamarca. m

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