HISTORIA DE UN LIBRO DE LEHMANN
En 2003 regresaba de participar como dramaturgo en el Festival de La Mousson D’eté, en el noreste francés; iba hacia París, acompañado en el tren por el franco-argentino Armando Llamas (mi traductor), quien me decía que no podía perderme la librería Cup du Théâtre, muy próxima al Teatro Odeón. Luego de dejar vagar mis ojos por sus estantes, me topé con un título que era la sensación en Francia: El teatro posdramático, de un tal Hans-Thies Lehmann, que en mi puta vida había oído nombrar. El dependiente alzó la ceja aprobando mi elección y me fui a un café a intentar leerlo con mis precarias herramientas de la lengua francesa. Fracasé de inmediato. Era muy complicado. Sin embargo, me dije que urgiría publicarlo en español.
Había yo comenzado la revista Paso de Gato un par de años antes, e ignoraba que se convertiría en la editorial que es hoy. A este imponente libro, piedra de toque del teatro contemporáneo, que catapultó a su autor como uno de los grandes pensadores mundiales de la escena actual, le fue pésimo a la hora de hallar caminos en la lengua de Cervantes. En 2008, cuando pasamos en Paso de Gato, la editorial, a desear imprimirlo, imposible resultó conseguir los derechos pues la Universidad de Murcia se había hecho con ellos de manera exclusiva para lengua española. Abandonamos la idea, pero en 2010 inicié pesquisas para contactar a las gentes de Murcia y la respuesta fue tajante: “El libro es nuestro y es inminente su salida de imprenta”. En 2011, ausente en escaparates, insistimos: negativa. En los siguientes dos años se repitió la historia, pero el volumen seguía sin salir en España. Tenían horrorosos problemas con la traducción. Me acordé del ingenuo Jaime de 2003, sentado en una mesita de café intentando leerlo en francés.
Finalmente, no fue sino por una casualidad que pudimos editarlo, pues, durante la realización de la Feria del Libro Teatral de 2014 tuvimos como invitado a otro teórico espléndido: el español José Antonio Sánchez. Y entre otras cosas, de pasadita me quejé de no tener al Lehmann como editor, Rodolfo Obregón, entonces director del Citru, me dijo: “Él (señalando a Sánchez) quizá te lo pueda desatorar”.
Y así fue: José Antonio era uno de los últimos en meter mano a la ya manoseadísima traducción de Lehmann. El teatro posdramático, Generosísimo, me puso en contacto con la persona indicada y, después de negociaciones arduas y dinero, se pudo imprimir en 2005 ese portento de libro. El martes pasado hemos presentado el segundo título de este enormísimo pensador: Tragedia y teatro dramático. Goethe Institut Mexiko (y tantos otros): gracias. m