Cuidado con los nuevos debates presidenciales
Yo, como usted, me acabo de enterar de los cambios que el INE quiere hacer a los debates presidenciales y tengo miedo. Primero, porque no siento que a nadie le esté importando esta nota. Ni siquiera a las empresas que se dedican a la comunicación.
Segundo, porque cada vez que algún periodista entrevista a alguien del INE sobre esto, sus respuestas tienen que ver con adjetivos como acartonado y atractivo.
¿Sí se da cuenta de lo que le estoy diciendo? Los señores del INE no le quieren mover a los debates porque busquen más y mejores contenidos, equidad.
Lo quieren hacer en función del show. Quieren que el electorado se divierta, que se emocione como si se tra- tara de partidos de futbol, de reality shows o de telenovelas.
Y, tercero, porque se nota que quienes se encerraron a proponer los cambios jamás en su vida han dirigido un programa de televisión o de radio.
Me duele decirlo pero una vez más se siente, en la relación de este organismo con la industria mediática nacional, una suerte de abuso, de exceso.
Tan sencillo como esto: nuestros debates presidenciales jamás estuvieron mal.
Al contrario, quienes tenemos un poquito de memoria reconocemos sus aportaciones.
¿Para qué cambiarlos? ¿Cuál es la idea? ¿Terminar de decepcionar a las audiencias para que no vayan a votar?
¿Cuáles son los cambios que se están proponiendo? De entrada, no vamos a tener ni uno ni dos debates. Vamos a tener tres de entre hora y media y dos horas, como si las campañas fueran un maratón de Netflix.
Cada uno en una sede diferente y con temas distintos aunque a usted le consta que a la hora de los trancazos cada quien hace lo que se le da la gana.
Quiero ver cómo va a llegar el cerebro de los mexicanos al 1 de julio después de todos los spots, las entrevistas, las notas y ahora los debates presidenciales.
No, pero espérese, viene lo mejor. Cada uno de estos debates va a ser moderado “por al menos dos personas”.
Ojo con la expresión “al menos” y mucho, pero mucho ojo con lo de las dos personas.
Esto va a ser una desgracia porque no hay telepatía lo suficientemente desarrollada como para que dos comunicadores, así sean los mejores, manejen esta clase de emisiones en pareja o en equipo.
¿Por qué cree usted que en los programas periodísticos, a la hora de las entrevistas, los conductores estelares se quedan solos con sus invitados para poder cuestionarlos?
Porque si no, no fluye, y no estoy hablando solo de la parte de los contenidos, estoy hablando del respeto al público, de los tiempos, de los movimientos.
Aquello va a ser un caos porque, además, se va a prestar para la rivalidad personal y corporativa de quienes sean convocados. No, pero esto apenas comienza. Hay cambios todavía más peligrosos como que algunos debates van a ser “obligatorios” y algunos no.
Y como que en uno el público va a poder participar a través de encuestas. En otro, en persona en el estudio. Y en el último, a través de las redes sociales.
¿Puede haber algo más manipulable que una encuesta? ¿Puede haber algo más cuestionable que la selección de los invitados que entran a un estudio de televisión?
¿Puede haber algo más contaminado que las cosas que leemos en las redes sociales?
Tengo miedo. ¿Usted no? M