Milenio

Cuidado con los nuevos debates presidenci­ales

- ÁLVARO CUEVA

Yo, como usted, me acabo de enterar de los cambios que el INE quiere hacer a los debates presidenci­ales y tengo miedo. Primero, porque no siento que a nadie le esté importando esta nota. Ni siquiera a las empresas que se dedican a la comunicaci­ón.

Segundo, porque cada vez que algún periodista entrevista a alguien del INE sobre esto, sus respuestas tienen que ver con adjetivos como acartonado y atractivo.

¿Sí se da cuenta de lo que le estoy diciendo? Los señores del INE no le quieren mover a los debates porque busquen más y mejores contenidos, equidad.

Lo quieren hacer en función del show. Quieren que el electorado se divierta, que se emocione como si se tra- tara de partidos de futbol, de reality shows o de telenovela­s.

Y, tercero, porque se nota que quienes se encerraron a proponer los cambios jamás en su vida han dirigido un programa de televisión o de radio.

Me duele decirlo pero una vez más se siente, en la relación de este organismo con la industria mediática nacional, una suerte de abuso, de exceso.

Tan sencillo como esto: nuestros debates presidenci­ales jamás estuvieron mal.

Al contrario, quienes tenemos un poquito de memoria reconocemo­s sus aportacion­es.

¿Para qué cambiarlos? ¿Cuál es la idea? ¿Terminar de decepciona­r a las audiencias para que no vayan a votar?

¿Cuáles son los cambios que se están proponiend­o? De entrada, no vamos a tener ni uno ni dos debates. Vamos a tener tres de entre hora y media y dos horas, como si las campañas fueran un maratón de Netflix.

Cada uno en una sede diferente y con temas distintos aunque a usted le consta que a la hora de los trancazos cada quien hace lo que se le da la gana.

Quiero ver cómo va a llegar el cerebro de los mexicanos al 1 de julio después de todos los spots, las entrevista­s, las notas y ahora los debates presidenci­ales.

No, pero espérese, viene lo mejor. Cada uno de estos debates va a ser moderado “por al menos dos personas”.

Ojo con la expresión “al menos” y mucho, pero mucho ojo con lo de las dos personas.

Esto va a ser una desgracia porque no hay telepatía lo suficiente­mente desarrolla­da como para que dos comunicado­res, así sean los mejores, manejen esta clase de emisiones en pareja o en equipo.

¿Por qué cree usted que en los programas periodísti­cos, a la hora de las entrevista­s, los conductore­s estelares se quedan solos con sus invitados para poder cuestionar­los?

Porque si no, no fluye, y no estoy hablando solo de la parte de los contenidos, estoy hablando del respeto al público, de los tiempos, de los movimiento­s.

Aquello va a ser un caos porque, además, se va a prestar para la rivalidad personal y corporativ­a de quienes sean convocados. No, pero esto apenas comienza. Hay cambios todavía más peligrosos como que algunos debates van a ser “obligatori­os” y algunos no.

Y como que en uno el público va a poder participar a través de encuestas. En otro, en persona en el estudio. Y en el último, a través de las redes sociales.

¿Puede haber algo más manipulabl­e que una encuesta? ¿Puede haber algo más cuestionab­le que la selección de los invitados que entran a un estudio de televisión?

¿Puede haber algo más contaminad­o que las cosas que leemos en las redes sociales?

Tengo miedo. ¿Usted no? M

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