RÍE AL ÚLTIMO
AMÉRICA TUVO UN PARTIDO DIFÍCIL ANTE VERACRUZ, QUE AMENAZÓ CON ACABAR CON EL ÚNICO INVICTO DEL CLAUSURA, PERO LO RESCATÓ UN GOL DE BRUNO VALDEZ SOBRE EL FINAL
América apeló a su gen competitivo, a esa sangre que lo lleva a pelear hasta el final, a su historia que le demanda no darse por vencido jamás. No fue el mejor partido de las Águilas, nada más alejado de la realidad, de hecho, puede estar entre uno en los que su rendimiento ha sido muy bajo, pero cuando tocó arrebató mostró sangre combativa y pudo rescatar un punto en su visita a Veracruz. Un 1-1 que le permite mantener su condición de invicto y continuar en la cima de la clasificación.
Fue un América diferente cuando se vio abajo en el marcador, solo en la necesidad cambió de actitud el conjunto del Piojo Herrera, porque los primeros 45 minutos fue una escuadra irreconocible, nada que ver con lo que habían mostrado en anteriores jornadas. El cuadro de Coapa fue un conjunto más frío, nada acelerado y muy poco fino en la última zona.
Si en los compromisos anteriores, América había mostrado decisión y dominio de juego a través de la pelota, en El Puerto no hubo quien acelerara al equipo, ningún jugador ejerció como catalizador. No pudieron hacerlo ni Renato Ibarra ni Cecilio Domínguez, voluntariosos ambos, pero pocos asertivos en las bandas, ninguno tuvo la precisión cuando trataron de poner la pelota en zona de peligro.
Mejor asentado en medio campo, las transiciones americanistas no fluían de buen modo, se atoraban pasando la medular del campo. Al tiempo que Jérémy Ménez y Oribe Peralta eran bien custodiados por la zaga veracruzana, ninguno de los atacantes tuvo un peso concreto en el área enemiga, la bola no les llegaba con claridad, aunque por esfuerzo no pararon.
Veracruz, en tanto, es una escuadra que juega con las matemáticas, un equipo que día a día recurre al ábaco para sumar y restar, cada punto es oro molido, así que tampoco puede andar intentando entrar al intercambio de golpes, menos con el punch que tiene América. Los de Guillermo Vázquez partieron de lo básico, bien ordenados y a tratar de armar una jugada por las bandas o aprovechar algún despiste de las Águilas, además de que llegaban con un buen estado anímico tras la victoria que tuvieron a media semana sobre los Pumas de la UNAM a quienes les quitaron e invicto, repetirle la dosis a las Águilas era algo que ilusionaba. Los primeros avisos de América llegaron pronto en el juego, pero también la muestra de que la capacidad de definición no estaba tan lúcida. A Oribe le quedó a modo un rechace de Christian Ramos, pero el tiro de Cepillo se fue por encima del travesaño. Dejaban ir la primera clara las Águilas, pero tomaban cierta confianza.
Tuvo América muchas pelotas detenidas, pero tampoco estuvieron precisos en el servicio. Iban las Águilas sin pisar el acelerador y los Tiburones tampoco se enrabietaban, sino que pasaron el primer tiempo en una postura más conservadora y no tan atrevida. Sin que ambos corrieran riesgos ni fueran más decididos en ataque, el partido se aletargó, mucho conformismo en los dos pelotones al punto de generar bostezo. Se iban a los vestuarios sin daño.
Pero la dinámica cambió, el tedio del primer tiempo se quedó en los vestidores y fue Veracruz el primero en dar un paso al frente, tras el descanso, la actitud de los locales fue distinta, se cansó de mirar y se lanzó a buscar el arco de Agustín Marchesín, los locales tomaron aún dormidos a los visitantes, América no supo cómo contener la puesta en marcha de los escualos que se quitaron el freno y se sintieron libres.
Las Águilas perdieron un balón en la salida, Daniel Villalva la tocó al centro, se pasó Cristian Menéndez, pero el balón le quedó justó a Carlos Esquivel, quien golpeó de primera, un tiro raso con efecto que superó la estirada de Agustín Marchesín y entró pegadito al palo. Veracruz se iba arriba, ese gol metía miedo a cada equipo que lucha en la porcentual.
En la necesidad América abrió los ojos, entendió que debía defender su liderato, empezó a presionar, pero siguió adoleciendo la falta de claridad en cada intento que tenía. Eso y una pizca de suerte, por ejemplo, en la acción en la que Oribe remató y Melitón Hernández le tapó su disparo, el
rebote le cayó a Andrés Ibargüen y el lanzamiento del colombiano acabó en el larguero.
América se había venido arriba, obligó a los Tiburones a recular, el cuadro de Memo Vázquez pasó a jugar en campo propio, a tratar de cerrar cualquier espacio por donde pudiera pasar algún americanista. El Piojo movió ficha, necesitaba piernas frescas y más gente en ataque. Se salvaron las Águilas del segundo en un tiro de Menéndez que no logró cerrar Osmar Mares.
A trompicones, el cuadro de Coapa se plantó con mucha gente en el área veracruzana, en la compensación ganaron un tiro de esquina. Cecilio cobró, Emanuel Aguilera intentó prolongar, la bola le quedó a Henry Martín y éste lanzó un taconazo que desorientó a la defensa; el balón le quedó a Bruno Valdez, quien solo tuvo que empujarlo.
América daba alcance, mantenía su condición de invicto y se tenía fe de que podía lograr la victoria. Hubo incluso un jalón de Mares sobre Cecilio que era penal, pero el árbitro, César Ramos, no se atrevió a pitarlo. Las Águilas se mantienen como el mejor equipo del torneo, anoche no dieron su mejor partido, pero cuando la necesidad les apremia les alcanza para no perder.