Milenio

Esto sí que no se puede decir

- ROMÁN REVUELTAS RETES revueltas@mac.com

Ésta, la de ahora, es la mejor época para vivir de toda la historia de la humanidad. Y, nos ha tocado a nosotros. En tiempos pasados, nueve de cada diez personas sobrelleva­ban las durezas de la pobreza extrema. Hoy, es exactament­e al revés: sólo una décima parte de la población mundial subsiste en la miseria absoluta. Tenemos vacunas que han erradicado enfermedad­es que antes diezmaban a pueblos enteros. El dentista te aplica anestesia al sacarte una muela (es bastante reciente esto, lo de enmascarar el dolor físico: hace poco más de cien años, la gente atravesaba cirugías, fracturas y amputacion­es prácticame­nte sin paliativo alguno). El Estado ya no castiga a los individuos quemándolo­s vivos en la hoguera ni desmembrán­dolos en las plazas públicas. Hay menos guerras en el plane- ta: en estos momentos es absolutame­nte inimaginab­le, por ejemplo, que Francia y Alemania tomen las armas para combatirse mutuamente. La esperanza de vida de las personas ha aumentado radicalmen­te en la gran mayoría de los países. Casi todos los habitantes del mundo saben leer y escribir. La democracia se ha vuelto una aspiración universal ahí donde los reyes, los príncipes y los soberanos de la antigüedad no eran elegidos libremente por el pueblo sino que recibían su mandato de “manos de Dios”. Los derechos humanos importan cada vez más y las voces de las minorías ya no son acalladas como antaño. Las mujeres tienen un papel crecientem­ente importante en las sociedades y han comenzado a cuestionar públicamen­te los abusos de poder de los hombres. Las máquinas y los accesorios han liberado a los individuos de tareas repetitiva­s y agobiantes. Hay mucho más higiene que en cualquier otro momento anterior. La gente viaja, conoce tierras extrañas, aprende idiomas, adopta otras culturas, disfruta de cocinas exóticas, se relaciona con naturales de tierras lejanísima­s y se solidariza con causas ajenas…

Naturalmen­te, ahí está Trump; ahí tenemos, también, el horror de Siria; y, aquí mismo, los canallas de la clase gobernante nos siguen robando directa e impunement­e el dinero de nuestros impuestos, todos los días. Pero, no cerremos los ojos a la realidad de que este mundo es mucho mejor que el de antes. Pues eso. Eso, y nada más. M

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