El win-win de las ZEE
dentidad, según la Real Academia Española, es el “conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracteriza frente a los demás”.
Carlos Monsiváis escribió en un ensayo que “la identidad de un país no es una esencia ni el espíritu de todas las estatuas, sino creación imaginativa o crítica, respeto y traición al pasado costumbrista, lealtad a la historia que nunca se acepta del todo”.
Es buscar definirse, entenderse diferente a un otro y sentirse parte de algo. Trasladado, de forma burda, a las finanzas: nos sentimos “parte de algo” cuando, por ejemplo, podemos ser accionistas de la empresa para la que trabajamos. Nos imaginamos dueños de una pequeña parte de ella y su beneficio es también nuestro, encontramos algo en común dentro de una colectividad. Somos distintos a un otro.
Las Zonas Económicas Especiales (ZEE), el proyecto para el desarrollo del país, es, en palabras de Gerardo Gutiérrez Candiani, titular de la Autoridad Federal para el Desarrollo de las ZEE, un proyecto económico, pero también uno social. Cada zona, más allá de convertirse en un foco para la inversión, es una oportunidad de inclusión social.
Así, toda empresa que quiera invertir y desarrollar una ZEE será calificada con base en una propuesta de “promoción de proveeduría local, de compras locales, de clusterización, socialización, transferencia de tecnología; una serie de condiciones que ayuden a que la zona permee a la comunidad”, me dijo Gutiérrez Candiani.
Dentro de estas acciones, una llamó mi atención: las empresas permitirán a la comunidad invertir en alrededor de 5 por ciento de sus acciones. Los chiapanecos, oaxaqueños, veracruzanos, guerrerenses, yucatecos o michoacanos serán accionistas.
“Es un tema de participar en las zonas, que la gente de la comunidad las sienta como suyas y tengan una utilidad según lo que genera la zona”, añadió Gerardo. Los montos para esta inversión, me aseguró, “serán accesibles para todos”.
Las ZEE, que serán tema de un MILENIO Foros, prometen inversión de unos 7 mil millones de dólares y la creación de casi 20 mil empleos pero, también, una posibilidad de formalización, de inclusión financiera, y hasta de generar un sentido de pertenencia. M