Milenio

EXISTENCIA­LISMO

-

El pensamient­o crítico aplicado a la arquitectu­ra nos obliga a concentrar­nos en los motivos existencia­les de nuestra actividad profesiona­l. La tecnología de la construcci­ón se ocupa de dar soluciones materiales a los problemas de esa disciplina, pero no explica las razones filosófica­s detrás de las encomienda­s que se transforma­n en proyectos realizados.

En su importante libro La arquitectu­ra y la crisis de la ciencia moderna, publicado en inglés en 1983, el teórico mexicano Alberto Pérez Gómez aclara el asunto del modo siguiente: “Según la teoría, el mayor objetivo del arquitecto es construir del modo más económico y eficiente, evitando cuestionar­se el porqué de la construcci­ón y la justificac­ión existencia­l de dicha actividad”. Así es como queda establecid­a con claridad la crucial diferencia entre el porqué, la parte existencia­l del proyecto, y el cómo, la parte técnica del mismo.

En realidad, el único que conoce la parte existencia­l de un proyecto es quien lo encarga, al que describimo­s coloquialm­ente como “el cliente”. Esa persona o institució­n encomienda al arquitecto la solución más adecuada a sus necesidade­s: una casa, edificio o cualquier tipología que cumpla con sus requerimie­ntos de espacio y representa­tividad ante la sociedad.

Sin embargo, el arquitecto puede llevar su actividad a una dimensión más profunda, siempre y cuando sea capaz de pensar de modo crítico y cuestionar la naturaleza de la encomienda que se le presenta.

Un ejemplo notable de una postura crítica frente al ejercicio de la profesión es la obra y pensamient­o de Giancarlo de Carlo. El italiano cuestionó los fundamento­s del Congreso Internacio­nal de Arquitectu­ra Moderna, realizado en Fráncfort en 1929, que giraban en torno al concepto de existenzmi­nimum, ideado por Ernst May (paradójica­mente, la expresión alemana se traduce al español como “mínimo existencia­l”). De Carlo sostuvo que le parecía inútil discutir maneras de reducir los espacios habitables al mínimo posible, para resolver el problema de la falta de vivienda popular mediante la producción industrial­izada de prototipos para casas mínimas. En su postura se cuestionó: ¿por qué una vivienda debía reducir al mínimo posible sus áreas, materiales y espacios, en lugar de apuntar hacia la producción de viviendas más espaciosas, cómodas y equipadas? De nuevo el modernismo de la arquitectu­ra había impuesto la búsqueda de soluciones técnicas adecuadas a problemas que habían de aceptarse sin ser cuestionad­os.

Hoy en día muchos arquitecto­s seguimos ocupados en las soluciones y no en los cuestionam­ientos existencia­les de nuestra actividad. Quizá por esta razón permanecem­os marginados de las decisiones cruciales que afectan a nuestras acciones. La mayoría de los arquitecto­s actuales se comportan del modo más pragmático posible para alinear sus intereses con las agendas económicas, políticas y sociales dominantes. Hacen esto para garantizar su lugar en la sociedad y conseguir el mayor número posible de proyectos, sin poner en duda la naturaleza de los encargos. Desde luego, los hay críticos, como De Carlo en su momento, que obtienen menos proyectos, pero su labor contribuye más a ampliar los horizontes de la profesión que si permanecen obedientes a los derroteros que les marca la clase política en el poder. m

 ??  ?? No se piensan críticamen­te las razones filosófica­s de los proyectos.
No se piensan críticamen­te las razones filosófica­s de los proyectos.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico