Milenio

La muerte, tema esencial de mi literatura: Ignacio Solares

Para él, lo que nos tiene casi encarcelad­os es la pobreza espiritual, mientras que “el arte, cuando mucho, llega a ser un adorno”

- PUBLICA Jesús Alejo Santiago/México

En la bibliograf­ía de Ignacio Solares hay títulos como La noche de Ángeles, Madero, el otro, Ficciones de la Revolución mexicana y Columbus. El sitio, todos de corte histórico en una primera lectura, si bien al final hay otros temas que se integran a los relatos, como la muerte y la creencia en que hay algo más allá de la vida. “El tema fundamenta­l de mi literatura es la muerte. Creo que no es cosa del otro mundo, sino de éste, y considero que hay algo más. Por eso, me parece, la frase fundamenta­l que no nos deberíamos cansar de repetir es que el hombre necesita algo más. Eso te resume todo, y ahí juega un papel definitivo la muerte, porque si no le das sentido no se lo das a la vida”, cuenta el narrador.

En su más reciente título, Prolongaci­ón de la noche (Alfaguara, 2018), un volumen de cuentos, Solares le da salida a muchas de sus preocupaci­ones literarias, tanto en la parte temática como en la formal, al tiempo que le permite mostrar nuevos derroteros en esa reflexión en torno de la realidad, que siempre acompaña a sus historias.

Son 47 los cuentos que integran el libro, algunos de un párrafo y otros de varias páginas, donde está la vena histórica de Solares, y en particular esa especie de misticismo, que lo acompaña todo el tiempo, alrededor de la vida y la muerte, del deseo y el amor. “Lo que pasa es que me divierto mucho con la escritura del cuento, porque ahora que me he metido en lo breve ha sido como un bálsamo, sobre todo ahora que no tenía ningún proyecto de novela histórica, género en el que he trabajado. Además suelo refugiarme en mi literatura y allí vivir mis sesiones espiritist­as, mis fantasías, mi otra realidad”. El escritor reconoce en sí mismo varios aspectos: está convencido, por ejemplo, de que “el más allá está aquí”, y cree en el espiritism­o, en la vida después de la vida: “Soy religioso e, incluso, fui a sesiones espiritist­as en Cuernavaca con Gutierre Tibón, hasta que dejé de ir un día que un supuesto espíritu arrastraba unas cadenas y me acordé de lo que decía Chesterton: el problema es que son ciertas y son peligrosas las sesiones espiritist­as, porque se puede colar un espíritu negativo”.

Desde la muerte de Tibón, en 1999, Solares ya no participa en sesiones espiritist­as, pero está cierto de que un problema de los seres humanos es que “vivimos condenados a una realidad Son 47 los cuentos que integran el volumen, algunos de un párrafo y otros de varias páginas insoportab­le si reducimos el mundo a lo práctico, a lo de cada día, aunque es mucho más mágico de lo que parece. “Por eso es que el mundo está bastante desquiciad­o; no tiene salidas, se nos acabaron las utopías. Cuando hablamos de espiritism­o no me reduzco a ese tema, sino que lo amplío a cualquiera forma mística o espiritual. Por eso te hablaba del arte o de lo religioso en el sentido más profundo del término; el espiritism­o es una parte que ha quedado devaluada por la cantidad de charlatane­s que hubo, pero tuvo su función en un tiempo. Incluso Arthur Conan Doyle hizo un libro sobre eso, al que dedicó los últimos cinco años de su vida”.

Según Solares, lo que nos tiene verdaderam­ente aterrados, casi encarcelad­os, es la pobreza espiritual, y dentro de la vida social y política, “el arte, cuando mucho, llega a ser un adorno”.

Una de las preocupaci­ones de Solares es la presencia que tiene el arte y la cultura en la vida cotidiana, en especial en la política, convencido de que son una ventana a todo lo que sucede en la actualidad, pero también en el pasado; a lo que se vive en lo real y en el más allá. “La poesía es una ventana —las palabras pasan por el poeta—, y la música es otra al más allá. Y ahí se atraviesa otro tema: por qué, si son tan importante­s, no están en las calles o en los escenarios del poder. Me encantaría ver a un político perdiendo el tiempo: leyendo un libro. “Pero ve la pobreza intelectua­l: estamos en un mundo cada vez más pragmático, ciego, absolutame­nte insufrible, porque la realidad es cruel, violenta, insoportab­le, y los que tenemos la ventaja de creer en algo más, siempre, de alguna manera, le daremos sentido a la existencia”.

Muchas veces el escritor se pregunta cómo es posible que haya gente que pueda vivir sin interés en alguna forma del arte, pero al mismo tiempo cuenta con una respuesta: “Estamos encerrados en un ‘zoológico’, donde las fieras más peligrosas salen y entran a placer”. m

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“Me encantaría ver a un político perdiendo el tiempo: leyendo un libro”.

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