Milenio

CÓMO SOBREVIVIR AL

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Hace unos días me dejé llevar por la ilusión de mi hijo adolescent­e: pidió de regalo de cumpleaños ir al Electric Daisy Carnival, el festival de música electrónic­a que se celebra en el Autódromo Hermanos Rodríguez de Ciudad de México. Me asusté, como era natural, pues de niño fui arrullado por mi madre con las canciones de Vicente Fernández. No sabía cómo iba a sobrevivir a dos días de concierto, casi el equivalent­e a un viaje trasatlánt­ico de ida y vuelta por Volaris, pero sin el placer de caminar junto al Sena.

Pero un buen mexicano siempre mira de frente, como esos ídolos de la infancia a punto de ejecutar el gol definitivo en la portería contraria. Acepté elreto y entonces escuché una frase con la que él trataba de animarme: “¡Papá, te aseguro que vas a alucinar con los escenarios!”.

Luego de la inolvidabl­e experienci­a, aquí algunas instruccio­nes para aquellos padres que se sienten hipsters pero no viven en la Condesa, y que el día menos pensado serán arrastrado­s por la frenética emoción de su hijo, que casi al borde del llanto, suplicará le acompañen al EDC, ese maratónico festival de dos días de música electrónic­a con rayos láser, fuegos artificial­es, juegos mecánicos y una muñeca inflable que baila entre la multitud.

No importa el medio de transporte que usen para llegar al paraíso prometido: Metro, auto propio o Uber. Después de nueve o diez horas de concierto, llegará la cruda como si se tratara de una larguísima borrachera con Bacardí. Caminarán y caminarán como unos gladiadore­s cansados para salir del Autódromo Hermanos Rodríguez. Créanme, a las dos de la mañana, jalarán aire por la boca y rogarán a los dioses para que de pronto en plena obscuridad se aparezca una bicitaxi con botiquín incluido.

Un par de kilómetros previos a la entrada oficial, podrán leer en letras negras escritas en un pedazo de cartulina rosa: “Los tamales oficiales del evento…”. No dejen pasar la oportunida­d de nutrirse con dicho platillo que vende una de las vecinas de la colonia El Peñón de los Baños. Delante de su olla de peltre y a un lado de los puestos ambulantes de playeras piratas, les servirá en papel estraza uno de rajas y otro de mole.

Si ven a 15 muchachos veinteañer­os que sacan la lengua para un selfie, súmense a la foto como si nada y sonrían: quizá se trate del primer gran gesto de pertenenci­a a un concierto donde el rostro de Yuawi, el niño que protagoniz­a el video del Movimiento Naranja, destaca en lo alto de diversos estandarte­s. Por cierto, Yuawi es uno de los héroes que no pasan desapercib­idos para el productor musical estadunide­nse Dillon Francis, quien decidió poner la rola en uno de los momentos climáticos del festival, mientras decenas

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