No se valen dos varas
Carmen Aristegui escribe: “La insólita actuación de la Procuraduría apunta a querer descarrilar la candidatura de Ricardo Anaya a partir de un caso de presunto lavado”, y agrega: “De la misma manera en que desde el gobierno de Vicente Fox se maquinó para impedir que Andrés Manuel López Obrador se postulara como candidato a la Presidencia…”.
Me alegra y reconforta esta postura de Carmen Aristegui: esa debiese ser la conducta del resto de candidatos, de sus partidos, de los “independientes”, de los integrantes de la comentocracia y de cualquier persona opuesta a la utilización del Estado y sus aparatos para combatir a sus adversarios; lo mismo aquí y ahora, que en Venezuela, donde en estos días la policía invadió el domicilio de Leopoldo López y su valiente esposa, Lilian Tintori.
Es muy grave una intervención desde el Estado para frenar o incluso eliminar una candidatura, más aún cuando el proceso electoral está plagado de irregularidades.
La caricatura de la legislación electoral en torno a las candidaturas independientes ha desvirtuado una lucha de varios años para romper el monopolio electoral a un grado patético. Los tres “independientes” han sido integrantes destacados de sus partidos: El Bronco, del PRI; Margarita Zavala, del PAN, y Ríos Piter ha sido funcionario o miembro de varios partidos: PAN durante el gobierno de Fox; PRD en Guerrero. Obviamente una candidatura como la de Marichuy era imposible. Conseguir las 800 mil firmas mediante celulares solo estaba al alcance de gente poderosa o millonaria; más aún cuando se produjo un “mercado” para obtener firmas, como fue denunciado hace varios meses por Jorge G. Castañeda y luego reconocido por el propio INE.
A todo ese sistema político monopolizado por una casta ahora se añade un uso vulgar de la Procuraduría para asegurar que la candidatura de Ricardo Anaya quede fuera de la competencia real por la Presidencia.
El gobierno de Peña Nieto y el PRI están jugando con fuego.
Además de la turbiedad de lo electoral, se están produciendo acciones violentas contra los jóvenes, como la agresión en el IPN a los integrantes de la Asamblea General Politécnica y la criminalización de Graue a los jóvenes en la UNAM.
¡Aguas! M