María Rubio:
se atrevía a retar, a contradecir, a la exageradamente poderosa, a la asquerosamente monopólica vieja Televisa.
¡Qué pena que ya nadie recuerde eso! ¡Qué lástima que ya nadie admire a las luminarias que como tú, dieron batalla proponiendo programas cómicos en Monterrey, haciendo teatro en los lugares más miserables y hasta apareciendo en los más decadentes “videohomes” del mundo para poder sobrevivir!
Pero la vida da muchas vueltas y el mismo “Tigre” que te vetó, te llamó de regreso y te dio una de las primeras exclusividades que Televisa inventó en los años 90 para que nadie se fuera a TV Azteca.
Ahí retomaste tu carrera con Kate del Castillo en Imperio de cristal, con Edith González en Salomé, con Leticia Calderón en Laberintos de pasión y, sobre todo, con el generosísimo Juan Osorio que siempre que pudo te dio trabajo en sus telenovelas.
Nunca volvió a ser lo mismo. De hecho, en tus últimos años ni siquiera te atrevías a dar entrevistas para que los señores de Televisa no te fueran a quitar tu mensualidad.
Pero a pesar de eso te hice tu homenaje en Cineteca Nacional. ¿Te acuerdas?
Fue muy hermoso. Era cuando tenía mi revista. Fue en 2006. Pasamos el capítulo uno de Cuna de lobos en la sala más grande. ¡Nunca se había hecho algo así!
¡Ay, María! No sé cómo decirte adiós. Te quiero tanto, te siento tan cerca, tan humana, tan cariñosa. No puedo. ¿Me perdonas?
Tu más ferviente admirador y amigo, Álvaro Cueva.