Milenio

Una oreja a Martínez y Sáenz

Se presentó un ganado que fue aprovechad­o por el potosino y por Manuel Gutiérrez. De los seis novillos que salieron, nada más funcionaro­n cinco

- Octavio X. Lagunes/ Ciudad de México

Bajo un intenso sol, pero con una pobre entrada, se brindó un minuto de ovación por los recién fallecidos, Daniela Magdaleno, fotógrafa de este diario, y Don Cuco Peña, ganadero.

Abrió plaza vestido de celeste y oro el hidrocálid­o Manuel Gutiérrez, vestido de palo de rosa, empezó con voluntad pero de repente, al cambiar el estoque perdió la cabeza y se hincó sin razón en la cara del novillo sin motivo alguno, y fue arrollado irresponsa­blemente. Su vestido quedó hecho jirones dejándolos en el ruedo. Vaya absurda osadía.

La lidia de los toros no es encarar a golpes al novillo. Este novel debe de ser orientado por su apoderado. El novillo se le fue vivo después de escuchar los tres avisos. Con el cuarto no le vimos técnica alguna tirándose a matar al garete saliendo del encuentro rebotado. Afortunada­mente fue breve y tendrá que pensar su equipo en traerlo de nuevo a esta plaza con tan poco rodaje.

Se presentó este año en la México, el segundo espada, nacido en San Miguel Allende, Francisco Martínez quien lució de manera importante en banderilla­s en ambos novillos. Ante su primero, con la muleta no se acomodó y su faena nunca prendió a la gente. Tuvo un buen cierre con muletazos por arriba. Mató de entera habilidosa en todo lo alto para cortar oreja y dar vuelta al ruedo. Con el quinto tris, un débil sustituto de Monte Caldera, se vio decoroso, sin embargo, poco lució pues por voluntad no paró. Mató de media tendida que lo hizo perder premio alguno. Sin duda merece repetir en esta plaza.

El tercer espada de esta temporada fue el potosino José Sáenz quien sorteó un novillo débil que poco se dejó lidiar. No tuvo una faena lúcida y mató pronto sin trascenden­cia. Con el que cerró plaza volvió a verse decoroso y con voluntad. Aprovechó otro buen novillo de La Soledad lidiando una faena de muleta con clase. Cortó una oreja que lo sube al carro de los triunfador­es.

Hemos visto estas dos últimas tardes novillos con encastes nunca solicitado­s por las figuras. No cabe duda que hay variedad en el campo mexicano, lo que falta es disposició­n de las figuras para solicitarl­os y cambiar el criterio para mejorar la fiesta.

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Manuel Gutiérrez

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