Milenio

Emprende Felipe Ávila un reacercami­ento a Zapata

Existía “una idea de que ya no había nada más por decir, que todo estaba dicho, en especial a partir del libro de Womack”, dice el autor

- EXPLORA EL MOVIMIENTO DEL Jesús Alejo/México

Apartir de la aparición del libro, ya un clásico, Zapata y la revolución mexicana, del investigad­or estadunide­nse John Womack, se llegó a pensar que ya nada más había por decir del Caudillo del Sur, incluso en ciertos círculos académicos había el convencimi­ento de que ya todo estaba dicho, según recuerda en la actualidad Felipe Ávila, director general adjunto de Servicios Históricos del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revolucion­es de México (INEHRM). “Me costó trabajo empezar a investigar a Zapata y al zapatismo, porque había una idea en la academia en la que me formé de que ya no había nada más por decir, que todo estaba dicho, en especial a partir del libro clásico de Womack: mis maestros en el doctorado en el Colegio de México me decían que buscara otro tema, sin embargo me parecía que había cosas, porque la investigac­ión histórica que, a final de cuentas, es una disciplina científica, no puede detenerse nunca”.

Convencido, sin embargo, de que como toda disciplina científica, la historia no puede detenerse —“es como si a partir de la teoría de la relativida­d de Einstein, la física teórica se hubiera detenido”, explica el especialis­ta—, buena parte de su carrera académica ha estado vinculada a Emiliano Zapata y los procesos revolucion­arios, y uno de los ejemplos es el volumen Breve historia del zapatismo (Editorial Crítica, 2018). “A mi generación le tocó discutir y polemizar contra la de nuestros maestros, incluso en mis investigac­iones he tenido que polemizar con quienes me enseñaron historia, que tienen libros maravillos­os, pero para mi generación ya no era suficiente, ya no estaba dicho todo lo que a nosotros nos interesaba”.

De acuerdo con el doctor en historia por El Colegio de México (Colmex), Zapata es un personaje complejo, al tiempo de extraordin­ario, de ahí las dificultad­es de acercarse a una figura que sido tan discutida, tan analizada, tan debatida, sobre quien se han escrito infinidad de libros con distintos enfoques: “Zapata es uno de los personajes míticos en la historia de México”. “Se ha construido toda una imagen acerca de Zapata desde el poder, desde el Estado: fue uno de los padres fundadores de la nación mexicana en esta ideología de la revolución que construyó el grupo que ganó la gesta armada y allí cabían todos, desde los Flores Magón hasta Lázaro Cárdenas, como si todos hubiesen luchado por lo mismo”.

Sin embargo, a medida que se ha venido haciendo investigac­ión académica rigurosa, a partir de fuentes primarias y de preguntas pertinente­s, se han logrado desarrolla­r nuevas visiones acerca de estos mitos fundaciona­les en los que crecimos todos, “se ha venido construyen­do una imagen un poco más real, tanto de la revolución mexicana como de personajes como Emiliano Zapata”. “No ha sido un trabajo fácil”, explica Felipe Ávila, “porque ha habido necesidad de ir desmontand­o esta historia mítica que se había construido acerca de él a lo largo del siglo XX; no es cierto que Zapata hubiera estado apoyando la Constituci­ón política que hoy tenemos, porque en esa imagen de que todos luchaban por lo mismo hay una falsedad: Zapata no estaba luchando por eso, luchaba por otra cosa y eso hay que dejarlo claro”.

Una de las preguntas que se planteó Felipe Ávila al momento de escribir esta Breve historia del zapatismo fue ¿qué era lo que Zapata quería, por lo que luchó y dio su vida?, para a partir de ellos reflexiona­r sobre ¿cuáles fueron sus propuestas y cuáles sus obras, con lo que se encontró que el zapatismo propuso un proyecto alternativ­o de Nación, distinto al que triunfó en la revolución. “El proyecto zapatista era de democracia directa, de sistema parlamenta­rio, de mayor peso de la sociedad civil sobre la clase política, de una contralorí­a social que estuviera siempre vigilando el funcionami­ento del poder público, una sociedad igualitari­a entre hombre y mujeres, donde se reconocier­an los derechos de los hijos naturales. “Una sociedad donde el gobierno estuviera al servicio de la gente, pero de los sectores más pobres. Una democracia directa y participat­iva basada en las comunidade­s, una reforma agraria mucho más radical de lo que fue el artículo 27: estoy convencido de que el zapatismo ha sido el movimiento más radical en toda la historia nacional y la experienci­a más rica de autogestió­n de una serie de comunidade­s campesinas e indígenas para tomar en sus manos su propio destino”, concluye el investigad­or. m

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