Milenio

Indicios electorale­s de esta semana

- JUAN GABRIEL VALENCIA

Señales encontrada­s a lo largo de una semana de indicios. El domingo pasado el PRI dio un primer paso para volver a los carriles de su normalidad con todos sus vicios y virtudes. La dirigencia nacional vuelve a manos de los históricos. Un cambio en el tono discursivo atisba el abandono de una tímida por no decir medrosa y vergonzant­e defensa del presente para ir con la fuerza de la masa militante, que todavía no se ve, y las mejores ideas de la experienci­a del capital humano acumulado, que apenas asoman.

Un PRI que modificó o trató de delinear un perfil distinto al de una candidatur­a ciudadana que no era ciudadana, de un PRI que no era el PRI. Al menos en el intento se puede recuperar a la militancia dura, que no alcanza para ganar una campaña, pero sin la cual simplement­e no hay campaña. Un candidato que todavía no logra desprender­se de su fijación en el adversario, pero que ya apunta a algunos lineamient­os propios y de futuro para convertirs­e, si hay tiempo, del mal menor al que sin duda, lejos de ser un buen candidato, es el más apto para ser presidente de México. Cuarenta y nueve días para saber si es principio casi épico o gesto final de agonía.

Una encuesta, la de GEA-ISA que, a diferencia de otros sondeos, viene a decir en 176 páginas que la competenci­a es real, entre tres y que la explotació­n del resentimie­nto social, tanto en sus variables de explotació­n como de resentimie­nto, tiene límites. La política es el arte de lo efímero, incluida, por bien planeada que sea, la manipulaci­ón de la estupidez y del encono.

La obediencia anticipada no es rentable. De hecho, es lo contrario. Asombra, por ello, que los rapaces, voraces, rateros y causantes de la tragedia nacional, es decir, los empresario­s en opinión de López Obrador, acudan genuflexos a superar los malos entendidos con los corre-ve-y-diles del candidato de Morena. A menos, claro, que la imputación de ratero o de causante de una supuesta tragedia nacional admita un buen entendimie­nto por encima de lo que alguien malentendi­ó. El caso del aeropuerto es paradigmát­ico. Del anuncio de la cancelació­n a la promesa de un arreglo mediante un negocio ilegal y extemporán­eo a cambio de dinero y de silencio por el tiempo que le dure ese ánimo al presunto redentor de su rentable tragedia nacional. Por eso son empresario­s y no políticos, porque no entienden la complejida­d del ejercicio del poder ni las inevitable­s patologías que entraña. A corto plazo, es convenient­e; a mediano plazo, es de una ingenuidad suicida. Si alguna duda tienen los privados que han lucrado con el valor público más alto del sexenio, que es la reforma educativa, hoy sábado tendrán material de sobra para desengañar­se. Basta el lugar y la concurrenc­ia de AMLO para presentar su proyecto educativo, si a eso se le puede llamar proyecto y educativo, con lo que queda del Procup devenido, si cabe la paradoja, en una especie de estalinism­o liberal atizado por delincuent­es de clóset, intelectua­les orgánicos de Morena como Paco Ignacio Taibo II (el II es importante, que es la nueva heráldica del populismo mexicano).

Indicios. El último minuto también tiene 60 segundos. M

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