Guillermo Rousset, comunista herético
Tras un largo proceso de edición, se presentará en Bellas Artes, el 28 de mayo, el libro Semblanzas de Guillermo Rousset. Un tomo de 457 páginas, en él aparecen una treintena de testimonios, que abarcan la diversidad de facetas de Rousset. En el apartado I está “El hombre político y revolucionario”; II, “El intelectual, visto desde la intimidad y en el recuerdo personal”; III, “El teórico del arte y profesor de poesía”; IV, La experiencia carcelaria”; V, “Editor y bibliófilo” y VI, “El personaje visto por sus pares”.
Escribí en el libro: “Desde los años 60 escuché hablar de Guillermo Rousset Banda, para la dirección del PCM... era un pequeño burgués provocador, a él y a José Revueltas los ponían en el mismo saco… veleidosos y frívolos. En cambio en el medio ultra (los grupúsculos a la izquierda del PCM) era todo un personaje.
“Además de sus cualidades intelectuales y de sus dotes como dirigente clandestino Rousset era una leyenda por sus virtudes como seductor mujeriego”.
Un militante comunista radical que desterrado en París encabezaba un puñado de conspiradores que se proponían construir el Partido Mexicano del Proletariado.
En medio del cisma chino-soviético, Rousset se acercó al Partido Comunista de China, sus cuadros recibieron “clases” en sus escuelas e incluso estuvieron a punto de recibir un inmenso subsidio millonario para instalar una gran imprenta. Queda en el misterio por qué los chinos rompieron con el PMP y expulsaron a sus militantes de China, sin que se consumara el “apoyo internacionalista”.
El legendario Rousset era posible en aquella época, hoy la mezquindad y los sueños abaratados prevalecen entre los socios de la partidocracia, incluyendo a los supuestos partidos de “izquierda”. Nada que ver con aquellos hombres y mujeres viviendo en la clandestinidad, exponiendo su libertad y sus vidas, cada día de su actividad revolucionaria.
Rousset era un sabio. Literato, traductor, políglota, era un “hombre que descubre verdades singulares y profundas que lo apartan del letargo cotidiano…”.
Para Rousset, nos dice Rubén Lau, era necesario difundir la muerte de la Revolución mexicana, para construir un pensamiento comunista. Hoy está vigente. M