La necedad: no hay narco a secas
Dos hombres llegan a bordo de una motocicleta, entran a un restaurante entre la calle Pilares y avenida Universidad, en el corazón de la colonia Del Valle, y abren fuego contra una pareja de comensales. En sentido contrario a la infinidad de delitos cometidos en la capital, en menos de 24 horas el jefe de Gobierno ya sabe cuál es el móvil del ataque y, sí, adivinó usted, el giro de los protagonistas: el narcomenudeo.
Porque cuando hay una dupla de agresores armados que parecen narcos; cuando perpetran un ataque con el sello del narco; cuando todo pinta una estampa típica de ajuste de cuentas entre bandas del narco, hay que atajar rápido la percepción, o por lo menos matizarla: sí es narco, pero entre jóvenes, a pequeña escala, como si las balas de un adolescente hicieran menos daño que las de un sicario profesional.
Ramón Amieva sigue el guion que heredó de su jefe, Miguel Ángel Mancera, y al día siguiente ya sabe que se trató de un ajuste de cuentas entre muchachos vendedores de droga al menudeo y hasta aventura que quizá fue en respuesta a una agresión previa. Nada de cárteles de la droga. Dios no lo quiera que la delincuencia organizada esté asentada en la capital. Lo dejaron bien aleccionado. Nada de narco a secas.
Con ese razonamiento, la población debe tomar con calma los hechos ocurridos un día después del episodio en la Cervecería de Barrio: otro grupo armado secuestra a dos colombianos en un restaurante de la colonia Algarín, los mete en dos autos y después de una persecución policiaca, deciden matar a las víctimas. Una sobrevive y la otra es ejecutada y abandonada en una camioneta a medio Viaducto.
No faltará quien le pregunte de nuevo sobre estos plagios y ejecuciones a media tarde en el corazón de la ciudad, y acaso Amieva responda que son cosas entre muchachos, no de bandas del crimen organizado. Porque “actividades ilícitas” fue la obviedad que concluyó en primera instancia.
Si no hay una definición oficial para cártel de la droga y su persecución se basa en los delitos “delincuencia organizada” y “delitos contra la salud”, es ocioso que las autoridades se enreden en consideraciones y matices. En el narco y en el secuestro. M