Milenio

¿Ya éramos conservado­res?

- ROBERTO BLANCARTE

Si hay algo que las diversas campañas electorale­s actuales en México han demostrado es que, más allá de puntadas y ocurrencia­s de uno que otro candidato, existe un electorado muy conservado­r en el país. Y éste no es exclusivo de una sola formación política. Porque si el populismo de Morena se ha aliado sin mayor problema (y hasta por coincidenc­ias personales de su líder) con la ultraderec­ha del PES y recibe con los brazos abiertos a los tránsfugas ultramocho­s del PAN, el PRI se ha desplazado también claramente hacia la derecha y de ello da fe el propio candidato presidenci­al, insignia de lo que se da en llamar PRIAN. Por no citar nuevamente al contendien­te de ese partido en Ciudad de México. El PAN, por su parte, ya era conservado­r, aunque conociera contrapeso­s liberales en su interior y ahora los experiment­a en su actual frente electoral. ¿Ya éramos conservado­res los mexicanos y no nos dábamos cuenta, o alguna vez fuimos más liberales y progresist­as?

Las encuestas de opinión de las últimas décadas mostraban que la mayor parte de los mexicanos estaba teniendo actitudes cada vez más liberales, tolerantes y abiertas. Pero siempre aparecían en esas mismas encuestas algunos porcentaje­s importante­s que se mostraban muy conservado­res en materia social, intolerant­es y en general reacios a aceptar los derechos de las mujeres o de las minorías. Casi siempre, además, estos sectores solían ser más rurales, más pobres y con menor educación. A pesar de esto, muchas de las medidas políticas progresist­as que se tomaban en algunos lugares (muy evidenteme­nte en Ciudad de México) eran respaldada­s por una mayoría y por algunos liderazgos políticos que empujaban hacia una sociedad más abierta, justa y tolerante.

Así que, probableme­nte, lo que ahora estamos viendo es un doble cambio: por un lado, debido a los graves problemas sociales que atravesamo­s (violencia, insegurida­d, corrupción, impunidad y bajo crecimient­o económico), buena parte de la sociedad se ha vuelto más conservado­ra y busca, al mismo tiempo, un cambio (el que sea) aunque no se garanticen más libertades o la democracia misma. Por el otro, tenemos a una clase dirigente que ya no cumple su papel de guía cívico de las libertades (con algunas excepcione­s, como la de la Suprema Corte de Justicia de la Nación) y que se ha abandonado al sentir de esas masas, tan ignorantes como conservado­ras. M

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