La Iglesia exige a Ortega detener ya la represión
El Episcopado de Nicaragua condena las agresiones de policías y paramilitares; la oposición convoca a un paro nacional el jueves
El presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) y arzobispo de Managua, cardenal Leopoldo Brenes, denunció nuevos ataques de policías y paramilitares contra manifestantes civiles en distintas zonas del país e instó a las autoridades a detenerlos.
En un mensaje en las redes sociales, Brenes expresó que “condena y repudia los ataques en diversos puntos del país” y llamó “a seguir buscando la paz en un ambiente pacífico y no de violencia”, pues los muertos suman 146 y hay miles de heridos desde el inicio de las protestas.
También exhortó al gobierno de Daniel Ortega “a detener los ataques contra la población” y condenó que policías antimotines y grupos paramilitares atacaran la ciudad de Jinotepe, 50 kilómetros al sur de la capital, “donde a los heridos se les negó atención hospitalaria”.
El gobierno de México expresó su “profunda preocupación” por la violencia en este país y exhortó a las partes a volver al diálogo.
En un comunicado, la cancillería pidió atender las recomendaciones de la CIDH, que incluye disolver los grupos paramilitares.
En tanto, la opositora Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, que exige la renuncia de Ortega, convocó para el jueves a un paro nacional de 24 horas, informaron sus líderes a nombre de la empresa privada, sociedad civil, movimiento estudiantil y productores campesinos.
Se trata de paralizar todas las actividades (comercios, bancos, turismo y transporte público y de carga) para presionar a Ortega a que cese la represión y retorne al diálogo nacional suspendido el 23 de mayo, cuando rechazó discutir la “democratización” del país, con comicios anticipados y su salida el poder.
Al menos cinco personas murieron ayer y decenas fueron heridas y detenidas, cuando el gobierno lanzó una fuerte ofensiva contra manifestantes civiles atrincherados en barricadas en tres ciudades.
Policías y paramilitares realizaron operativos desde la madrugada en la capital, Managua, en Carazo (sur) y Jinotega (norte), en un intento por remover los “tranques” (bloqueos) en las carreteras y las barricadas levantadas en las ciudades.
El presidente de Costa Rica, Carlos Alvarado, pidió “voluntad de las partes” para superar la crisis e instó a Ortega a cumplir con las recomendaciones de la CIDH, entre ellas el fin inmediato de la represión y desmantelar a los grupos parapoliciales. m
En su pronunciamiento más severo desde el 18 de abril, cuando estallaron en Nicaragua protestas espontáneas contra el régimen de Daniel Ortega, en el poder desde 2007, el gobierno de México, a través de su cancillería, expresó este martes su “profunda preocupación” por la violencia en el país y exhortó a todas las partes a retomar el diálogo; cuando los muertos, en su mayoría jóvenes, se acercan a los 200 y los miles de heridos de bala son rechazados, salvo excepciones, en los hospitales públicos por órdenes expresas del gobierno.
En su comunicado, la cancilería reiteró su llamado “al cese inmediato de cualquier acto de violencia, intimidación o amenaza”, aunque evitó nombrar al responsable directo de dicha “violencia”, que tampoco es tal: es una represión sangrienta, ventajosa e impune de parte de policías antimotines y grupos paramilitares pro Ortega armados con fusiles de guerra, que disparan a mansalva contra la población desarmada que clama por su vida y sus derechos, y exigen la salida inmediata del multimillonario dictador -alguna vez “líder revolucionario”.
El 4 de junio, a 46 días de iniciadas las protestas, el secretario de Estado de EU, Mike Pompeo, exigió con todas las letras ante la timorata OEA del uruguayo Luis Almagro – tan pro orteguista como falaz y corrupto– el cese de la represión cuando, afirmó, “la policía y los grupos armados controlados por el gobierno han matado a docenas, simplemente por protestar pacíficamente. Me hago eco de lo que dijo el vicepresidente (Mike) Pence en este mismo edificio el 7 de mayo: ‘Nos unimos a naciones de todo el mundo para exigir que el gobierno de Ortega [responda] a las demandas del pueblo nicaragüense de reformas democráticas y que rindan cuentas los responsables de la violencia’”.
Sobre el diálogo al que también alude México, el único que lo ha boicoteado es el gobierno con la clara intención de empujar a la gente a armarse en un país con una larga tradición de lucha armada interna y contra los embates de EU, para justificar así la intervención del ejército, hasta ahora neutral.
Al respecto, el presidente de la Conferencia Episcopal (CEN) y arzobispo de Managua, cardenal Leopoldo Brenes, fue tajante este martes al “repudiar la agresión” de policías y paras. En su mensaje “Denuncia urgente” llama “a las autoridades encargadas a detener los ataques contra la población”.
La CEN es mediadora del diálogo iniciado el 16 de mayo pero suspendido el 23, cuando Ortega rechazó discutir la agenda de “democratización”, que incluye su salida del poder.
Otros dos reconocidos obispos, Juan Matta y Silvio Báez, advirtieron el lunes que Ortega “respondió con represión” a la propuesta para reanudar conversaciones. “Nefasta respuesta está dando. La crisis se ahonda más y más”, deploró Matta. “Respondió con represión a la propuesta de democratización”, dijo a su vez Báez, obispo auxiliar de Managua. m