La crisis migratoria no acabó, apenas empieza
Donald Trump anunció ayer el fin de la política de separación de niños de sus padres en la frontera. Lo firmado pide detener a padres junto a sus hijos y ordena buscar o construir instalaciones adecuadas para encerrar a las familias. Instalaciones que hoy no existen y ni siquiera está claro si la ley estadunidense permite alojarlos juntos. Veremos cómo evoluciona.
Más allá de esta crisis temporal, la verdadera crisis es permanente y se pondrá peor. Y la crisis incluye a México y muy en serio.
La acumulación de problemas por la situación no resuelta de la migración hacia Estados Unidos y la llegada de Donald Trump a la presidencia cambió todo.
Por años, los gobiernos de México y Estados Unidos habían administrado una situación que sabían insostenible, pero que sobrevivían lidiando con algunas crisis eventuales. Las decisiones de Trump cambiaron todo: Hoy, todos los que son atrapados en la frontera serán encarcelados, procesados y eventualmente deportados. Esto ha puesto enorme presión en las cortes migratorias y en centros de detención, pero es ahí donde el gobierno está poniendo los recursos.
Hoy hay un muy serio esfuerzo por detener a todo indocumentado en el interior de Estados Unidos —si tuvieran más recursos policiacos, la tragedia sería mayor—, y a ellos también encarcelarlos y deportarlos.
Hoy se está restringiendo seriamente la migración legal.
Hoy, he aquí la paradoja, la insistencia trumpiana en una reforma migratoria aumenta el flujo de migrantes hacia Estados Unidos en la lógica de si ya estás ahí, será más difícil que te regresen. Este fenómeno se ha repetido desde hace un cuarto de siglo, cada vez que parece que se abre una ventana de reforma en el Congreso estadunidense.
El aumento de esos flujos, ahora mayoritariamente desde Centroamérica, impulsa el negocio de la delincuencia organizada que abusa de ellos en todo el territorio mexicano. Las cuotas de polleros se han incrementado exponencialmente en el último año.
Y sí, aunque hemos cerrado los ojos por años, hoy hay más de 200 mil centroamericanos que cruzan nuestro territorio cada año para llegar a la frontera. Vulnerables al crimen, la extorsión, la trata, la violencia. Doscientos mil.
Este asunto no es de un gobierno, o de dos. Es mucho más alarmante y grave. Mucho más complejo, involucra a muchos países e instituciones. No se agota en lo humanitario ni en la buena fe.
Es un asunto que si no se toma en serio, terminará en catástrofe. M