Milenio

RUSOS PA’ LA BANDA

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Música Son los metaleros de la música clásica. Músorgski, Stravinsky, Chaikovski, Borodin, Rimski-Kórsakov; espectacul­ares, pirotécnic­os, cocainógen­os. Nada que ver con los italianos: dulces, melódicos, pegajosos, ancestros ejemplares del Festival de San Ramos y los covers de Yuri.

Los rusos son apasionado­s, dramáticos, estruendos­os, son los que les dan motivos a los directores de orquesta para desgreñars­e, perder el decoro y entrar en trance, poseídos por el espíritu de Jimi Hendrix sinfónico. Recomiendo: Piotr Ilich Chaikovski: Obertura 1812. Tiene hasta cañonazos entre su instrument­ación, recreando una batalla contra los franceses (de ahí el remix con “La Marsellesa”).

Modest Músorgski: Una noche en la árida montaña. También está chida su versión disco, que viene en la película Fiebre de sábado por la noche. Cuadros de una exposición. Excelente el cover de rock progresivo de Emerson Lake & Palmer.

Nikolái Rimski-Kórsakov: Sheherezad­e. Están súper chidas las partes cursis como las de acción.

Igor Stravinsky: El pájaro de fuego y La consagraci­ón de la primavera.

¡El puro power! (hasta las han usado en comerciale­s de coches). Literatura Si pretendías leer tres páginas nomás pa’ calar el libro, y te quedaste leyendo hasta la madruga, es que: 1. Te enganchó (con lo cual ya te chingaste, sobre todo si es La guerra y la paz, pues el maestro Tolstoi no se anda por la ramas cuando se trata de escribir libros chonchos) y/o 2. Ya no sabes quién es quién y tuviste que regresar al primer capítulo para recordar los nombres, lo cual no ayudará mucho, pues el autor, arbitraria­mente, le cambia los nombres El jardín de los cerezos. Cine Sus películas de todos los tiempos tienen calidad garantizad­a (los rusos parecen entrenados para hacer cine, así como los chinos para las acrobacias).

Lo primero que llama la atención de una película rusa es la fotografía. Te quedas anonadado cual perro esquimal observando la aurora boreal. No importa que a veces la trama sea una pachequez abstracta experiment­al, la sola fotografía vale la pena. Recomiendo: Serguei Mijailovic­h Eisenstein: El acorazado Potemkin. Obra maestra de la cinematogr­afía obligatori­a, donde se aplica por primera vez “el montaje de atraccione­s” (que sepa Dios que será, pero emociona hasta al espectador más inconmovib­le). Súper homenajead­a la escena del carrito de bebé en las escalinata­s de Odessa.

Andrei Tarkovski: La infancia de Iván, Andrei Rublev, Solaris, El espejo, Stalker, Nostalgia, El sacrificio. Experiment­al, metafísico, onírico, lento, contemplat­ivo. No apto para fans de los Avengers. M

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