Resultados electorales: expectativas desbordadas
Acaso más grande que el margen de triunfo de la coalición ganadora es la expectativa que ha generado en la población. Si bien recibió 53 por ciento de los votos para la Presidencia, dos terceras partes dicen sentirse satisfechas con los resultados electorales y optimista respecto al futuro de México (ver https://goo.gl/5XTkMv ). El virtual presidente electo insiste en decir que no va a fallarle al país, para lo cual cumplirá sus promesas de campaña. Cuando menos algunas de estas; sin embargo, con toda probabilidad, harán que el presidente sí nos falle. A todos. Veamos una.
El 85 por ciento de la sociedad está de acuerdo en que los sueldos de los funcionarios públicos bajen a la mitad. En otras palabras, hay una valoración social muy baja respecto a la responsabilidad que tienen dichas personas y el servicio que otorgan a la sociedad. Ello es independiente de que, en la última década y media, los ingresos de los funcionarios hayan disminuido entre una tercera parte y la mitad en términos reales, si no es que un poco más. (Solicitando disculpas anticipadas por el mal gusto de citarse a uno mismo, ver https://goo. gl/dQfhic ).
Claro está que un ingreso bruto mayor a los 100 mil pesos mensuales en un país con las carencias del nuestro es inalcanzable para la inmensa mayoría de la población. Si a ello se le añade el boato y la presunción que ha caracterizado a una parte no menor de los funcionarios de alto nivel de la actual administración, no puede sino entenderse el resentimiento de la población ante los lujos y actitudes desmedidas de quienes actuaron como si el poder fuese suyo durante otro ciclo de 70 años. ¿Justifica bajar los sueldos de la burocracia a la mitad?
El país tiene enormes carencias; sin embargo por ello mismo sus retos son aún mayores. Así, lo primero que habría que analizar es si el nivel de eficiencia del servicio público —el clásico “hacer más con menos”— o su eficacia —el hacer las cosas de manera correcta para alcanzar un resultado deseado— está hoy a la altura de lo que el país necesita. Sin dejar de reconocer avances en varias áreas, algunos de ellos ocasionados por el buen uso de la tecnología y otros por equipos de trabajo bien formados (SRE, SAT, Economía, Sener, algún otro), hay múltiples indicios del deterioro en la calidad del servicio público.
Una cosa es la austeridad republicana y el necesario término del boato y demás parafernalia ostentosa y ofensiva. Otra cosa es pensar que las múltiples áreas técnicas de la administración pública podrán manejarse con buenas intenciones y funcionarios mal pagados y por tanto mal preparados, más todo lo que ello conlleva. Pero al parecer la plaza no está dispuesta a pensar un poco y escuchar razones. Quiere moralizar, quiere revancha, aunque en el camino se tenga un gobierno ineficiente, ineficaz, incompetente. M