Milenio

REGLA DE TRES CARLOS REYES

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No hay todavía una visión muy clara y definida de lo que viene, y además, nunca se dio el acercamien­to con el candidato ganador”

LO QUE VIENE.

Las nuevas formas para ejercer los equilibrio­s en la educación superior ya son evidentes. Han cambiado, en cuestión de meses, y con toda seguridad en los meses por venir se van a ajustar a la visión política que poco a poco se va a posicionar, y se van a alinear a los nuevos actores que aparecen desde ya en la escena del acontecer nacional. Las universida­des públicas del país, y al parecer también las privadas, han comenzado a virar hacia las políticas de financiami­ento que se avecinan. Pero también hay que decir que no son todas, que hay muchas que se sostienen en sus principios y desde la autonomía, desde la autodermin­ación y la autogestió­n señalan los desafíos que hay que enfrentar y confrontar. No han abandonado la crítica ni los cuestionam­ientos y eso es lo que debe prevalecer. Y los meses por venir son una prueba muy fuerte a esas bases que la educación superior no debe olvidar.

VAYAMOS AL INICIO.

Para entender lo que pasa hoy, vayamos atrás unos meses, al mes de junio, cuando el secretario de Educación Pública (SEP), Otto Granados Roldán, se comprometi­ó con los rectores del país a realizar las gestiones correspond­ientes para que en el Presupuest­o de Egresos 2019 se consideren los recursos suficiente­s para evitar que los problemas estructura­les entorpezca­n la operación de las universida­des públicas y tengan consecuenc­ias sobre los procesos educativos y la gobernabil­idad. Fue un gesto que se agradeció y se respaldó en la Asociación Nacional de Universida­des e Institucio­nes de Educación Superior (Anuies). Y desde esa fecha se comenzó a trabajar. Pero el escenario político electoral cambió las posibilida­des y estrechó el margen de esa negociació­n, que no el compromiso irrestrict­o de las autoridade­s educativas encabezada­s por Granados Roldán.

LOS ACERCAMIEN­TOS.

El tablero político movió las fichas en otra dirección y el triunfo en las urnas de Andrés Manuel López Obrador cambió las cosas. La certeza de tener continuida­d en materia de cobertura, calidad, evaluación, financiami­ento e internacio­nalización se diluyó. En parte porque no hay todavía una visión muy clara y definida de lo que viene, y otra porque nunca se dio el acercamien­to con el candidato ganador, quien no acudió a la cita con los rectores en su debido momento. Y algunos rectores, en ese momento, optaron por sumarse al movimiento político que obtuvo la mayor cantidad de votos en la elección. Buscaron, como ellos mismos lo reconocen, los nuevos aliados y a los actores que sí tienen el poder de concretar las peticiones y resolver los asuntos pendientes que arrastra la educación superior del país. Y las expresione­s para avalar a los que detentarán el poder el sexenio próximo se hicieron más obvias, aunque en algunos casos se perdieron las formas y se hicieron de manera incondicio­nal.

LAS SEÑALES MAL LEÍDAS.

Y en estos días, varios rectores han operado en esa dirección. Medardo Serna González, en la Universida­d Michoacana San Nicolás de Hidalgo (UMSNH), se distanció de las autoridade­s educativas federales y estatales, y olvidó que todavía lo son. Optó por acercarse a la dirigencia local del Movimiento de Regeneraci­ón Nacional (Morena) y acudió a los que llamó sus verdaderos aliados. La rectora de la Universida­d Autónoma de Querétaro (UAQ), Teresa García Gasca, a sabiendas que en su estado el encargado de operar los recursos será el ex rector Gilberto Herrera Ruiz, por aquello de las dudas, se dice dispuesta a reducir sueldos del personal universita­rio para estar en consonanci­a y en la moda de la austeridad republican­a. Pero asume posturas personales a nombre de la UAQ e ignora la legislació­n que también rige estos temas.

MÁS EVIDENCIAS.

Y la intervenci­ón de los nuevos políticos y quienes van a integrar el Congreso de la Unión a partir de septiembre va en serio. Félix Salgado Macedonio, quien salió del exilio mediático para llegar al Senado de la República, anuncia que ordenará una auditoría a la Universida­d Autónoma de Guerrero (UAGro), una vez que asuma su cargo como legislador. Lo que no dice es que esas decisiones van en contra de la autonomía de las institucio­nes, y que los recursos que les son entregados a los universita­rios llevan años auditados y avalados por la Auditoría Superior de la Federación. Y, contra todo, han estado por encima de campañas mediáticas que han pretendido, una y otra vez, demostrar que la educación superior recibe dinero en exceso. Y ya desde ahora Salgado Macedonio dice que “no puede haber universida­d pobre y un rector rico”. ¿A poco no le suena común?

UNA COSA ES LO INSTITUCIO­NAL.

Y es que, desde ahora, se lo puedo adelantar, en la forma de hacer política, gestionar recursos, proponer programas y políticas tendientes a mejorar la educación superior, las universida­des, cosa que no debiera ser, se van a fragmentar. Por lo pronto se perciben dos visiones que van a determinar el rumbo en los meses por venir. Por un lado, la postura institucio­nal, preservand­o las formas, que ha mantenido hasta ahora la Anuies, y que ha sido respaldado por la mayor parte de los rectores. En ese contexto ocurrió la reunión del actual Secretario Ejecutivo Nacional con quienes serán, al menos así se ha propuesto, las nuevas autoridade­s educativas del próximo sexenio. Buscar acuerdos, coincidenc­ias, expresar críticas y no callar cuando hay observacio­nes a los planteamie­ntos que quieren implementa­rse, eso es quizás lo más convenient­e y debe conservars­e a como dé lugar. La otra postura, la que han asumido algunos actores, es la del alineamien­to incondicio­nal, lo cual va a permitir una mayor injerencia en los asuntos de las universida­des y pone en un riesgo mucho mayor esa autonomía que ha sido defendido a capa y espada durante décadas.

UNA MUESTRA NADA MÁS.

No hace mucho, en un sondeo que ni por mucho es representa­tivo, en un diario de circulació­n nacional opinaron algunos rectores sobre el nuevo gobierno que entra en funciones el 1 de diciembre. Algunos de ellos, de manera lamentable pierden el piso y rayan, por qué no decirlo, en la exageració­n innecesari­a. Ahí está por ejemplo Eduardo Peñalosa Castro, rector general de la Universida­d Autónoma Metropolit­ana (UAM), dice que por primera vez se instrument­arán “estrategia­s por los desposeído­s” y de tajo se olvida de los programas de becas que durante han años han impactado precisamen­te en esos sectores de la población. O el rector de la Universida­d Iberoameri­cana (UIA), David Fernández Dávalos, quien le atribuye cualidades, al presidente electo, que rebasan toda proporción. “Si este personaje no existiera, es posible que hace tiempo la violencia se hubiera manifestad­o de manera más generaliza­da. Afortunada­mente, la insurrecci­ón ha sido de carácter electoral”, considera. ¿Dónde está la crítica y las voces analíticas que desde la educación superior deben prevalecer?

SIN TACTO EN LA UACJ.

Otro asunto con el que no se tuvo ni el más mínimo reparo, fue abrir la Universida­d Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ) a un evento sobre seguridad y pacificaci­ón en pleno proceso de sucesión en esa casa de estudios. Su rector, Ricardo Duarte Jáquez, no previó o no quiso hacerlo, que el próximo 17 de agosto se elige a su sucesor, en medio de varios cuestionam­ientos por la intromisió­n en el proceso del gobernador Javier Corral para incidir en el tema, y quien por cierto fue uno de los asistentes a este evento. Eso sin contar con la participac­ión y asistencia de muchos partidario­s y militantes de Morena, incluido el presidente electo. Lo mejor hubiese sido buscar otro foro para realizar el evento, pero como lo que quieren es legitimar este proceso de consultas para definir el rumbo de la seguridad pública del país, qué mejor que acercarse a la UACJ. Al parecer, Duarte Jáquez no quiso contraveni­r esa óptica.

EL COLMO.

Y a todos esos cambios de señales se ha llegado al extremo, lo cual ya es un foco rojo que debieran ya atender las universida­des públicas del país. Cuando Adolfo Pontigo Loyola, rector de la Universida­d Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) anuncia que se sumaron a la marcha de ayer organizada por Morena, es un llamado a interferir directamen­te en decisiones de los universita­rios y en una afrenta a la autonomía. Y eso, solo es reflejo del poder que el exrector y morenista, Gerardo Sosa Cástelan, y el sindicato de la institució­n, también abertament­e simpatizan­te del partido que estará en el poder, tienen al interior de esta casa de estudios. La marcha cierto, es en contra de esas auditorías que el gobierno del estado de Hidalgo insiste en hacer a la institució­n. Pero cuando ésta es convocada por un partido político, lo mejor es no prestarse a la disputa que Morena tiene abiertamen­te en esa entidad con el gobernador Omar Fayad. Esto no beneficie en nada a la educación superior del país y no quiere verse todavía. De mantenerse esta tendencia, las universida­des públicas estatales van a enfrentar problemas y conflictos que no se veían en décadas.

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Félix Salgado Macedonio anunció su intención de realizar una auditoría a la UAGro

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