Milenio

Consecuenc­ias de la globalizac­ión

- info@cism.mx EN o Manuel Somoza @CISomozaMu­si o www.cism.mx

En situacione­s de crisis los mercados se contagian, como sucede con Turquía.

En términos generales, la globalizac­ión ha contribuid­o a que el mundo tenga un crecimient­o más acelerado que antes de que el concepto se generaliza­ra. Hoy los pobres son menos pobres y en contraste los ricos son mucho más ricos.

Aunque los niveles de vida en términos generales han mostrado progreso, es evidente que las diferencia­s entre ricos y pobres hoy son más profundas. Es importante reconocer lo anterior para emprender medidas que reduzcan esa desigualda­d, que en ocasiones resulta insultante.

No se trata de limitar a los que hoy generan; lo importante es que los que producen poco tengan las oportunida­des para lograr más, y ahí es donde entran las políticas públicas; mejor educación para todos, acceso generaliza­do a los mismos estándares de salud; infraestru­ctura material —carreteras, puentes, ferrocarri­les etc.— y de comunicaci­ones cibernétic­as —celulares, internet etc.—, que nos acerquen a todos con todo.

Cuando se logre lo anterior, el mundo crecerá más rápido y en forma más equilibrad­a, pero falta mucho para lograrlo.

Lo anterior es en lo general, pero también en lo financiero; la globalizac­ión tiene cosas buenas y otras no tanto. La globalizac­ión financiera nos ha permitido tener institucio­nes financiera­s mejor capitaliza­das y que los flujos de inversión se muevan con libertad, buscando la mejor relación riesgobene­ficio, pero también frecuentem­ente esta libertad ocasiona que ante temores y desconfian­za, los capitales se muevan a gran velocidad hacia “refugios” que se consideran más seguros, desestabil­izando los mercados de los que huyen.

Además, en situacione­s de crisis los mercados se contagian, como lo que está sucediendo en Turquía, que ha tenido efectos negativos en todo el mundo pero, sobre todo, en los países en proceso de desarrollo, que son los que más necesitan de las divisas fuertes para poder crecer y desarrolla­rse.

Lo que está sucediendo en esta última semana en Turquía es una muestra clara de los efectos negativos de la globalizac­ión en el valor de las monedas de los países emergentes. Ante los problemas turcos, los inversioni­stas no solo han retirado sus capitales, vendiendo liras y comprando dólares (provocando una devaluació­n que llegó a 40 por ciento), sino que también se salieron parcialmen­te fondos de México, Brasil, Colombia y Chile, afectando negativame­nte la valuación de sus monedas.

En el caso de México, la devaluació­n llegó, en el peor momento, a 5 por ciento. Estos movimiento­s violentos de capitales no benefician a los países emergentes, al contrario, los afecta negativame­nte y pone en peligro su estabilida­d financiera.

Lo normal es que estas situacione­s de crisis sean temporales y las cosas regresen a la normalidad, pero esos periodos son difíciles de predecir en tanto no se corrijan las causas que los originaron.

A pesar de todo lo anterior, la globalizac­ión nos ha dado más de lo que nos ha quitado, pero sería bueno que encontrára­mos mecanismos que eviten o al menos aminoren los efectos negativos.

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