Consecuencias de la globalización
En situaciones de crisis los mercados se contagian, como sucede con Turquía.
En términos generales, la globalización ha contribuido a que el mundo tenga un crecimiento más acelerado que antes de que el concepto se generalizara. Hoy los pobres son menos pobres y en contraste los ricos son mucho más ricos.
Aunque los niveles de vida en términos generales han mostrado progreso, es evidente que las diferencias entre ricos y pobres hoy son más profundas. Es importante reconocer lo anterior para emprender medidas que reduzcan esa desigualdad, que en ocasiones resulta insultante.
No se trata de limitar a los que hoy generan; lo importante es que los que producen poco tengan las oportunidades para lograr más, y ahí es donde entran las políticas públicas; mejor educación para todos, acceso generalizado a los mismos estándares de salud; infraestructura material —carreteras, puentes, ferrocarriles etc.— y de comunicaciones cibernéticas —celulares, internet etc.—, que nos acerquen a todos con todo.
Cuando se logre lo anterior, el mundo crecerá más rápido y en forma más equilibrada, pero falta mucho para lograrlo.
Lo anterior es en lo general, pero también en lo financiero; la globalización tiene cosas buenas y otras no tanto. La globalización financiera nos ha permitido tener instituciones financieras mejor capitalizadas y que los flujos de inversión se muevan con libertad, buscando la mejor relación riesgobeneficio, pero también frecuentemente esta libertad ocasiona que ante temores y desconfianza, los capitales se muevan a gran velocidad hacia “refugios” que se consideran más seguros, desestabilizando los mercados de los que huyen.
Además, en situaciones de crisis los mercados se contagian, como lo que está sucediendo en Turquía, que ha tenido efectos negativos en todo el mundo pero, sobre todo, en los países en proceso de desarrollo, que son los que más necesitan de las divisas fuertes para poder crecer y desarrollarse.
Lo que está sucediendo en esta última semana en Turquía es una muestra clara de los efectos negativos de la globalización en el valor de las monedas de los países emergentes. Ante los problemas turcos, los inversionistas no solo han retirado sus capitales, vendiendo liras y comprando dólares (provocando una devaluación que llegó a 40 por ciento), sino que también se salieron parcialmente fondos de México, Brasil, Colombia y Chile, afectando negativamente la valuación de sus monedas.
En el caso de México, la devaluación llegó, en el peor momento, a 5 por ciento. Estos movimientos violentos de capitales no benefician a los países emergentes, al contrario, los afecta negativamente y pone en peligro su estabilidad financiera.
Lo normal es que estas situaciones de crisis sean temporales y las cosas regresen a la normalidad, pero esos periodos son difíciles de predecir en tanto no se corrijan las causas que los originaron.
A pesar de todo lo anterior, la globalización nos ha dado más de lo que nos ha quitado, pero sería bueno que encontráramos mecanismos que eviten o al menos aminoren los efectos negativos.