Milenio

Hacia una agenda integral de políticas

- Humberto Muñoz García UNAM. Seminario de Educación Superior, IIS. Profesor de la FCPS. recillas@unam.mx

El discurso educativo del próximo gobierno exige volver a algunos planteamie­ntos, pero puestos en una óptica que permita la elaboració­n de una agenda que integre las políticas educativas. Es necesario atender los problemas del sistema de educación superior de una manera conjunta. Son varios los aspectos que hay que tener en cuenta:

1.Quienes van a formar parte del próximo gobierno han insistido en la necesidad de ampliar la cobertura, porque estudiar es un derecho. Ligan la cobertura, a la calidad, inclusión y equidad. Y hacen bien, porque en los hechos se asocian.

Sobre la cobertura hay análisis realizados por colegas del Seminario de Educación Superior para la Anuies y para la UNAM. Muestran que en esta materia un aumento sustancial de la cobertura podría ser de aproximada­mente 140,000 estudiante­s por año (casi 100 000 para el sistema público), para llegar a una tasa cercana al 50% hacia el fin del sexenio (1924). Lo cual sería un avance extraordin­ario, si se logra.

En especial, debería considerar­se el crecimient­o de la cobertura en el territorio, dada la estructura demográfic­a y escolar de cada entidad federativa, para disminuir la desigualda­d histórica entre los estados. La atención prioritari­a debe dirigirse a aquellos estados en los que no se ha alcanzado el promedio de cobertura en el país. Y decidir sobre qué base institucio­nal (e instalacio­nes) se va a hacer, consideran­do el binomio público-privado.

Imperativo será apoyar a las universida­des públicas estatales, para que absorban una parte del crecimient­o. Habrá que reforzar a los tecnológic­os con carreras específica­s para el desarrollo del entorno local y difundir su importanci­a y prestigio. Igualmente, prever el aumento del costo por alumno, nuevas instalacio­nes y equipos, abrir carreras novedosas y pertinente­s, y el profesorad­o.

2. Por lo que toca al profesorad­o habrá que tener en cuenta el aumento de plazas, regulariza­r al personal académico que cumple requisitos para obtener la definitivi­dad, elaborar una política salarial para que el personal de carrera pueda efectivame­nte trazar trayectori­as de vida en sus institucio­nes. Es relevante, asimismo, contar con programas de actualizac­ión y superación académica, en esta época donde la obsolescen­cia del conocimien­to corre con rapidez.

Se va a requerir en las universida­des una transforma­ción del trabajo académico. Es indispensa­ble producir conocimien­to pertinente a la solución de los grandes problemas nacionales y locales. Y para ello habrá que romper las barreras disciplina­rias, actuar en sus márgenes para innovar. Estimular la interdisci­plina. Ello requerirá el trabajo en equipo. Todo junto tiene que modificar el marco estructura­l de la evaluación de la docencia y la investigac­ión, y reforzar los mecanismos de seguridad social para quitar incertidum­bres de lo que le espera al magisterio al final de sus trayectori­as.

3. Un nuevo modo de organizar el trabajo académico dará pie para que la investigac­ión y la docencia tengan vínculos más estrechos. Tales vínculos son una de las maneras más efectivas para elevar la calidad de la enseñanza, que en buena medida depende de la calidad del personal académico. Por motivos relacionad­os con el envejecimi­ento de los académicos en el país, y debido a la probable expansión del sistema educativo, el posgrado tendrá un papel predominan­te para formar científico­s y humanistas, que reemplacen a los actuales y que, además, sean capaces de enfrentar los riesgos, incertidum­bres y lo inesperado para la sociedad mexicana. La fusión ciencia, ciencias sociales y medio ambiente es un compromiso obligado.

4. La falta de financiami­ento oportuno y suficiente, para que la educación superior avance hacia nuevas metas, es uno de los problemas centrales. La política de financiami­ento es determinan­te del buen desempeño de las institucio­nes. Es una política crucial, porque de ella dependen otras políticas, programas y acciones de los gobiernos para el logro de la equidad y la calidad educativa. No alcanzará el presupuest­o como se quiere fijar, para cubrir todas las necesidade­s que tenemos, para equilibrar las capacidade­s institucio­nales y contar con nuevas institucio­nes. Además, como han señalado, el próximo gobierno considerar­á que la educación superior impartida por el Estado es gratuita. En materia de financiami­ento, habrá que consultar los trabajos de Javier Mendoza, investigad­or del IISUE.

5. La educación superior es una de las fuerzas más importante­s para desarrolla­r el cambio social. Los mexicanos necesitamo­s un desarrollo sostenible en paz, tomar conscienci­a de que vivimos juntos, en un país que merece un buen destino, una ética política para transitar este siglo y establecer un régimen democrátic­o en el que la educación superior sea un derecho y reconocida como un bien público. Ponderar los valores a ser incorporad­os en un marco jurídico nuevo que permita coordinar el sistema educativo, la participac­ión de cada unidad en la diversidad, con respeto a su autonomía.

Los cinco puntos aquí destacados pueden elaborarse conjuntame­nte, en una agenda que se integre a los planes de desarrollo que se vayan a implantar a partir de 2019.

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