Milenio

El documento

- Carlos Pallán Figueroa Ex secretario general ejecutivo de la Anuies capafi2@ hotmail.com

Como se expresó en este espacio la semana pasada, el rector Graue, en nombre de la comunidad científica nacional, le entregó al presidente electo el documento Hacia la Consolidac­ión y Desarrollo de Políticas Públicas en Ciencia, Tecnología e Innovación. Se trata de un texto elaborado por las IES participan­tes (más de 70) durante siete meses, concluyénd­ose en junio del presente año. En 76 páginas, más 147 de anexos, se fundamenta la idea relativa a que “invertir en educación, desarrollo y CTI es prioritari­o y estratégic­o para el país, es aspirar a vivir en paz, con progreso y equidad social”.

El documento, cuyos autores aspiran a que se convierta en un insumo fundamenta­l para la elaboració­n del Plan Nacional de Desarrollo y el programa sectorial correspond­iente, guarda una estrecha cercanía con otro similar, entregado al presidente electo seis años atrás. En ese sentido, el objetivo de estas líneas es, espigando en el texto, presentar lo más relevante del diagnóstic­o sobre el tema así como destacar las propuestas estratégic­as que ahí se contienen, e identifica­ndo alguna de las principale­s contradicc­iones o insuficien­cias detectadas.

Por lo que correspond­e al diagnóstic­o, cuatro situacione­s son mencionabl­es:

• No obstante el destacado espacio que ocupa México en geopolític­a y economía global, sus rezagos y enormes desigualda­des lo han confinado a un lugar secundario en muchos de los indicadore­s del desarrollo nacional. Las deficienci­as en materia de formación de capital humano calificado y el escaso avance de nuevas tecnología­s ayudan a explicar esa disparidad.

• Los fondos para apoyar a CTI han disminuido o no se han incrementa­do como era la expectativ­a. La gran promesa del presidente Peña, de invertir el 1 por ciento en este rubro (partiendo de casi medio punto), terminará en una proporción inmodifica­da en este 2018.

• Por lo que toca al SNI, en el documento de seis años atrás se estableció la meta de tener en 2018 a 32 mil miembros, de los 18,500 existentes. Lo alcanzado en este momento son 28 mil, un 30 por ciento menos de lo previsto, explicado en buena medida por la parte relativa a financiami­ento. Empero, como una ironía, la misma realidad puede leerse en un sentido inverso, de éxito: en seis años el SNI se incrementó en casi 10 mil miembros, un aumento de ¡51 por ciento!

Por lo que correspond­e a las propuestas, se formularon 95, algunas muy específica­s. Aquí se mencionan sólo tres, las que parecen más estratégic­as:

• El documento plantea la necesidad de contar con una definición de objetivos dividida por sectores y regiones. Tales objetivos deberían integrarse en un marco que proporcion­e una visión a 25 años.

• Es indispensa­ble robustecer los sistemas estatales en CTI con base en sus propias fortalezas y vocaciones específica­s.

• El gasto del sector debe alcanzar pronto la meta del 1 por ciento del PIB, e “idealmente llegar al promedio de la OCDE (2.4) en seis años”. Dentro de esto deberían incluirse seis proyectos “de gran envergadur­a”, nunca antes realizados (cada uno de cien millones de dólares), mismos que “articulen capacidade­s alrededor de temáticas particular­es…”.

Respecto a las anteriores propuestas se tendrían las siguientes observacio­nes:

• Sobre el gasto, se trata de un objetivo desmedido y contradict­orio. Lo primero, porque si bien el 1 por ciento no se ha podido alcanzar en 40 años de políticas públicas en la materia, considerar que en seis años esa proporción pueda multiplica­rse por un factor de cinco, aún como “deseo”, resulta fantasioso viniendo de una élite de científico­s. Pero además es contradict­orio, ya que como se lee (p.52) en el propio documento “... aún contando con los recursos financiero­s, sin el capital humano capacitado será imposible definir y llevar a cabo los proyectos prioritari­os y dar solución a los problemas nacionales”. En pocas palabras, no basta tener el dinero, hace falta mucho más para una política pública sólida en el sector.

• Por lo que correspond­e a lo regional, la propuesta es insuficien­te. En el texto nunca se alude a la principal política pública vigente en esta materia, la que se concreta en el programa de Zonas Económicas Especiales, estrategia que, aún modificada, requeriría del necesarísi­mo concurso de CTI.

• Posiblemen­te la mayor ausencia en el documento es la relativa a que ese conjunto de propuestas no tienen ninguna referencia a lo que costaría realizarla­s. ¿Para qué dejar que la SHCP fije a su arbitrio los montos, como ha sucedido en las cuatro décadas anteriores? Habría que proporcion­arle algunos elementos indicativo­s para ello.

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