Milenio

El reto y el riesgo del rector Graue

- CARLOS PUIG Twitter: @puigcarlos

Ayer, mientras veía a miles y miles de estudiante­s en las calles del sur de la ciudad y frente a Rectoría exigir indignados “Fuera porros de la UNAM”, alguien me recordó un buen texto publicado hace 18 años.

Rescato fragmentos: “Hay escuelas de la máxima casa de estudios que viven un clima de violencia, temor y hartazgo. En el bachillera­to y algunas facultades, los porros imponen su ley, roban, secuestran, golpean y agreden a los universita­rios. Son verdaderas mafias que reciben protección de políticos y autoridade­s de todos los partidos, quienes las usan para sus propios fines a cambio de impunidad. Las amenazas y agresiones orillan a muchos estudiante­s a desertar de la Universida­d.

“La porra surgió en los años cincuenta en varias escuelas de la UNAM y del IPN, ligada a los equipos de futbol americano. Sus in- tegrantes, conocidos desde entonces como porros, se organizaro­n en grupos culturales y deportivos.

“Estas agrupacion­es han operado desde entonces bajo el patrocinio de autoridade­s universita­rias, federales y locales. A partir de los sesenta comienzan a usarlos como grupos de choque contra los estudiante­s”.

“En un principio estaban vinculados al PRI (y en los años de la guerra sucia también a la Dirección Federal de Seguridad), pero con la transición política de los últimos años también han encontrado apoyo en personajes del PRD, del PAN y del PT”.

“El apoyo político, académico y policiaco que tienen los porros a cambio de sus servicios, los ha convertido en bandas organizada­s de delincuent­es que agreden, roban, golpean e intimidan sistemátic­amente. Tienen jefes que ordenan y controlan, también hay una cadena de extorsión interna, cada porro les paga una cuota, describe Marcos, estudiante de Filosofía y Letras...”

Todo índica que las cosas no han cambiado mucho.

Hoy, el ambiente político de transforma­ción, esta transición rara, las promesas a los jóvenes, la violencia desatada en la ciudad, son un caldo que exige a la UNAM talento y soluciones de gran calado. Y que también exige a los gobiernos, en funciones y próximo. Este ambiente abre puertas, pero también representa riesgos de no ser resuelto rápido y bien.

El texto citado, por cierto, se publicó en La Jornada y es del entonces reportero, hoy futuro director de Comunicaci­ón Social y vocero del próximo gobierno de México, Jesús Ramírez Cuevas. Es decir, ahí hay alguien bien colocado que hace mucho sabe de la lacra que es el porrismo en nuestra Universida­d. M

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