¿Militares o policías?
Un ingrediente nuevo es la llegada al poder de Andrés Manuel López Obrador y su aversión a las fuerzas armadas
La sucesión de los secretarios de De- fensa y Marina se convierte cada seis años en motivo de los más sesudos y experimentados análisis. Todos creen saber lo que en realidad solamente tres personas pueden conocer.
Ríos de tinta, horas en radio y algunas de televisión. Hoy por redes sociales interminables e inagotables comentarios, memes, apreciaciones, asegunes, confirmaciones y todo lo que se pueda ocurrir sobre el tema.
Cada seis años, algunos se atreven a asegurar en medios hasta los nombres de quienes serán los próximos altos mandos militar y naval. Ninguno le ha atinado a sus predicciones.
Sin embargo, los opinadores no entienden y vuelven al ataque en este proceso de sucesión, asegurando nombres, tendencias, prospectiva de las fuerzas armadas y una retahíla de sinsentidos en función de la relación civil-militar.
Un ingrediente nuevo es la llegada al poder de Andrés Manuel López Obrador y su aversión a las fuerzas armadas. Otro, la supuesta intención del grupo parlamentario de Morena por debilitar a los militares.
Quien se atreve a escribir u opinar sobre la desaparición —por ejemplo— de grados intermedios militares o, bien, de que se reducirán los haberes o, peor aún, de que desaparezca el fuero militar, en verdad no conoce ni las leyes ni mucho menos a las fuerzas armadas. Es falso que haya existido esa intención.
Los militares de hoy son totalmente diferentes a los de hace 40 años. Son reales y en nada se parecen a los soldados que los intelectuales de los años 80 representaban en sus obras.
Triste, pero ahora son los opinadores y algunos intelectuales los que se quedaron anquilosados con el tema.
México no es Venezuela o Nicaragua —lo escribo con respeto— en materia de imposición de leyes. Mucho menos en función de lo que sus fuerzas armadas hacen por sus países. México cuenta con soldados, marinos y pilotos leales a las instituciones del país, donde se encuentra por supuesto la presidencial y también la legislativa.
El próximo comandante supremo de las fuerzas armadas tiene perfectamente claro la lealtad que le tendrán los militares.
Por supuesto que los militares seguirán haciendo labores de seguridad pública; aun y a pesar de la efectividad que ha alcanzado la Policía Federal, el problema es muy grande y solamente con las fuerzas armadas se puede enfrentar.
De ahí a que los militares dejen de ser militares, ni siquiera vale la pena mencionarlo. Eso, nunca pasará. Seamos serios, por favor. M