Gil Gamés, Jairo Calixto Albarrán
En México pasan cosas muy extrañas que nadie se atreve a descubrir, una de ellas, la formación, entrenamiento y mantenimiento de brigadas violentas
Repantigado en el mullido sillón del amplísimo estudio, Gil se enteró de que nadie puede, autoridad, animal o cosa, explicar quiénes son, de dónde vienen, quién les paga a los grupos de choque que cumplen órdenes supremas y violentas en las escuelas de la ciudad y sus alrededores en el Estado de México. Nadie sabe, nadie supo. Cuando Gilga era un jovenzuelo había grupos de choque, mal llamados porros, tal vez fuera el año de 1975, antes ya existían, la vida ha pasado y aún operan las brigadas como las que golpearon a los jóvenes del CCH Azcapotzalco.
En la Rectoría nadie sabe, en el CCH, menos, en Bachilleres, tampoco. En la policía del Gobierno de Ciudad de México no hay funcionario capaz de desvelar este misterio, en la Procuraduría, lo mismo; en la Secretaría de Gobernación afirman que ni los vean. Elemental, mi querido Watson, precisamente en alguna de estas instancias cobran, se ocultan y cumplen órdenes esos grupos de choque. Ahí siguen, y seguirán, aún después de los hechos violentos y actos criminales que todo mundo vio en la explanada de Rectoría. En México pasan cosas muy extrañas que nadie se atreve a descubrir, una de ellas, la formación, entrenamiento y mantenimiento de brigadas violentas.
Ni culpables ni inocentes
En una breve y bien documentada nota de su periódico La Jornada, Fernando Camacho y Arturo Sánchez hacen estas cuentas: en Ciudad de México y zonas conurbadas existen 176 grupos porriles, de los cuales 52 “operan en la máxima casa de estudios y los restantes en bachilleratos de otras instituciones educativas”. Gil se llevó los dedos índice y pulgar al nacimiento de la nariz y hesitó: ¿estos grupos de choque han sido creados dentro de las escuelas en complicidad con los funcionarios de seguridad? Ni lo dude usted un segundo.
Gamés se conmisera cuando todo sale mal y de malas: la UNAM y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos han solicitado una explicación detallada por la decisión de la Fiscalía de poner en libertad a dos presuntos golpeadores. La UNAM manifestó “asombro y desconcierto”. El jefe de Gobierno, José Ramón Amieva, afirma que “no se trata de fabricar culpables”.
Simple y sencillamente no podemos investigar y presentar a un sospechoso, hacer una carpeta e iniciar un proceso, o como se diga. Una desgracia. Es decir, no hay forma de capturar a estos golpeadores que atacaron e hirieron de gravedad al menos a dos jóvenes. Un grito desgarrador hizo añicos el silencio del amplísimo estudio: ay, mis hijos, incapaces de poder judicial.
El regreso de los muertos vivientes
Mientras tanto, en la asamblea interuniversitaria, lo mismo de siempre. Los probables pliegos petitorios contienen las demandas más impresionantis (con “i”). Solo ha faltado que propongan mudar la República mexicana al continente asiático: pedimos que México se mude a algún lugar del lejano oriente. “Contra la violencia y la privatización de la educación. Solidaridad con los movimientos sociales. Coordinación con el comité del 68 y las madres y los padres de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa. Renuncia o no reelección del rector Graue”. Y así, lo que se le ocurra a usted. Gil pediría su título, perdido en la bruma de los tiempos: la asamblea interuniversitaria exige que se le otorgue su título de licenciado a Gil Gamés. ¡Basta ya! ¡Título a Gilga! ¿Cómo la ven? Dicho esto sin la menor intención de un albur impresionanti (sí: con “i”).
Por cierto, como un chubasco viejos conocidos de esta página del fondo llegaron a la asamblea interuniversitaria y se unieron a la lucha. Los que estén sentados párense, los que estén parados siéntense (ya, no sigan con sus cosas): ex dirigente del movimiento (mju) de la huelga de 1999-2000, Mario Benítez, El
Gato; Alberto Pacheco, El Diablo, y Javier Fernández, finísimas personas. Pero esto no es nada, el Frente de los Pueblos en Defensa de Atenco apoya fuerte, maestros de la Coordinadora, también. Ni qué decir de los sindicales de San Quintín y de los familiares de los alumnos. El elenco completo para la obra de teatro que empezará esta semana que sube el telón. Todos ellos colaboran con sus opiniones para pulir el pliego petitorio.
Todo es muy raro caracho, como diría Lamartine: La casualidad nos da casi siempre lo que nunca se nos hubiera ocurrido pedir.