Porque va a volver a temblar
Lo sabemos: va a temblar otra vez. Tem- blará de varias magnitudes, por varias razones, con epicentros en varios lugares. Y sí, algún día podría temblar peor que de lo que en 1985 o en 2017.
Entre el 85 y el año pasado, nos quedó claro que los chilangos lo sabemos. Que hemos aprendido qué hacer cuando suena la alarma, para dónde movernos, cómo movernos. Y pasado el temblor, también sabemos qué hacer.
Un caudal de reportajes en muchos medios de comunicación en estos días, y seguramente en los que vienen, dejan claro que quienes no aprendieron mucho fueron las autoridades. Las federales, las de Ciudad de México y las delegacionales.
Después del 85 se cambiaron códigos de construcción, se hicieron nuevas normas.
Poco a poco, como suele suceder con tantas cosas en México, la voracidad, la indolencia, la corrupción, el simple olvido, invadieron a las autoridades.
Cómo, si no, nos explicamos tantas escuelas dañadas. ¿No deberían ser las escuelas los inmuebles más cuidados, más supervisados, más revisados?
Basta revisar que hoy en día no se ha completado un mapa y censo real de daños, que uno puede entrar y ver. Ha pasado casi un año.
Y, por supuesto, la transa, los pisos de más contra la norma (por eso se cayó, por ejemplo, el Colegio Rébsamen), pero basta leer lo investigado por Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad respecto a cómo funciona la trampa entre constructores, autoridades delegacionales y del gobierno central. Corrupción que cobra vidas.
Por no recordar cómo los jefes del perredismo capitalino, Leonel Luna y sus amigos, conspiraron para escamotear recursos de las urgentes tareas que hoy no han concluido.
Hay nuevas normas de construcción después del 19 del año pasado.
De poco servirán si como las de después del 85 nadie cumple porque todo se arregla con un DRO que firma sin ver y una autoridad que no ve nada. Unos pisos de más, qué importa, un helipuerto, pues total.
Al fin los ciudadanos ya saben que no deben correr ni empujar y luego son bien solidarios cuando se caen los edificios que nosotros no obligamos a construir como se debe.
Por ejemplo, cuántos edificios dañados y que se han “reforzado” por sus dueños —para volver a rentarlos— desde septiembre pasado ya han sido supervisados por la autoridad.
En fin, habría mil preguntas como esas. Porque va a volver a temblar, y las autoridades, según hemos visto, no son de rápido aprendizaje. M