75 años del Tec de Monterrey/ I
Para Beatríz y Jorge, en Memoria del Capitán Elizundia y su impronta perenne en los miles y miles de egresados de esa noble institución.
El pasado jueves 6 el Tec de Monterrey cumplió 75 años de haber iniciado labores. De manera muy significativa lo hizo en una casona del mero centro de la ciudad, frente a la antigua Plaza Zaragoza, con una matrícula de 350 jóvenes distribuidos en tres programas de estudios. Se trataba, como lo había expresado su fundador, don Eugenio Garza Sada, de formar integralmente profesionistas y apoyar, con capital humano, a la industria regiomontana. A esa distancia la institución se ha multiplicado y diversificado. Actualmente se integra por tres sistemas (el del
Tec, propiamente dicho, el Tec Milenio y la Universidad Virtual) que se han diseminado por todo el país, constituyéndose en muchos aspectos en factor de demostración para otras IES, y extendiendo su actividad al papel de un importante coadyuvante en políticas públicas nacionales. Como la cabeza más visible de las IES particulares del país ha puesto a México en un lugar relevante dentro de los ranking más prestigiados internacionalmente. Alcanza las tres cuartas partes de siglo en un momento ascendente, de renovación y puesta al día para enfrentar el futuro.
Concebido originalmente como una A. C., Garza Sada encomendó a un jovencísimo Roberto Guajardo Suárez la puesta en marcha de la nueva institución, siendo además su segundo director durante 194751. A partir de este último año, y ya con la dirección de Víctor Bravo Ahuja (eminente politécnico de la ESIME, convertido en el primer rector), el Tec, aparte de crecer y fortalecerse en todas sus órdenes, se somete y accede a una evaluación institucional para acreditarse con una organización especializada de los Estados Unidos: Southern Association of Colleges and Schools (SACS).
En todo esto estaba la “mano” y la experiencia del fundador. Garza Sada había estudiado en Boston, graduándose en el Massachusetts Institute of Technology como ingeniero civil, preparándose para tomar las riendas del emporio que había erigido su abuelo, Isaac Garza, a partir de la Cervecería Cuahutémoc, a fines del siglo XIX. La acreditación institucional, así como otras innovaciones universitarias, son trasladadas al Tec en los siguientes años debido a su influencia. Esto incluye hasta el nombre: las siglas MIT de Boston se convierten en el ITM, Instituto Tecnológico de Monterrey.
Como ha expresado Clark Kerr a propósito del desarrollo de las grandes universidades de los Estados Unidos (Harvard, Chicago, Stanford), su impulso decisivo vino de los “gigantes” que en alguna época fungieron como rectores. En los 75 años de vida destacan dos que, en conjunto, dirigieron a la institución durante 53 años. Fernando García Roel, ingeniero químico de la UNAM, toma la estafeta en 1958 cuando a Bravo Ahuja se le encarga la fundación de la Subsecretaría de Educación Tecnológica en el gobierno de Adolfo López Mateos, con Jaime Torres Bodet como titular de la SEP. García Roel va a permanecer en el cargo hasta 1984. En ese lapso el Tec alcanza su mayoría de edad: empieza la expansión a otras localidades del país, el desarrollo de la investigación, el intercambio internacional, se continúan las acreditaciones institucionales y muchas más. Muestra representativa de ello es haber llevado la matrícula de 3,000 alumnos, cuando él tomo posesión, a 30 mil, así como la instalación de 23 sedes en la República.
El otro “gigante” es Rafael Rangel Sostmann, ingeniero mecánico electricista del propio Tec. Sucedió a García Roel, su maestro y mentor. Con una trayectoria escolar similar, ambos con posgrados en la Universidad de Wisconsin, Rangel fue primero profesor en Monterrey para luego fundar la sede de Querétaro en la cual permaneció 11 años. Desde ahí puso en práctica muchas de las ideas de lo que luego se convirtió en el “Sistema Tec”, siendo testigo de la gran expansión de la educación superior nacional de esos años comprendidos entre 1974-84 (un crecimiento de más de 150 por ciento, de 475 mil a 1.2 millones de alumnos). Esta última circunstancia fue una motivación para emprender algunas de las acciones más relevantes durante su mandato de un cuarto de siglo: integró todas esas sedes en un auténtico sistema y, entendiendo la necesidad de formación de capital humano, diversificó la oferta de educación media superior y superior con el Tec Milenio y la Universidad Virtual. Todo eso aparte de la expansión en más sedes, continuando la tarea de García Roel.