Milenio

El Presidente electo tuvo un auditorio adverso; parientes de las víctimas exigieron poner fin a los discursos e iniciar el trabajo para encontrar a sus familiares desapareci­dos

- Silvia Arellano/México

No podían ni querían respetar un protocolo, necesitaba­n reclamar justicia. A gritos, con pancartas, con llanto o hasta hincándose. Advirtiero­n que no se callarán nunca más y exigieron al que hace cuatro meses les pidió su confianza, que ahora cumpliera.

Las víctimas de la violencia asistieron al segundo Diálogo por la Paz, la Verdad y la Justicia no para escuchar al próximo gobierno lamentarse del pasado y prometer un mejor futuro, sino para reclamar acciones y no más discursos ni promesas.

Madres y padres de desapareci­dos, los hermanos de mujeres asesinadas y los hijos de aquellos masacrados pidieron al próximo presidente ayuda para encontrar a sus familiares y garantías de justicia.

Una mujer se hincó ante el tabasqueño con cara desencajad­a, le dijo que lleva años buscando a su hijo. Ya investigó, ya recorrió las calles de Tamaulipas y gran parte del país, ya subió cerros y buscó hasta en las fosas clandestin­as.

No hay rastro de él. Las autoridade­s, dice, han sido omisas, la han ignorado, no han actuado y ella sigue sin saber dónde o con quién está su hijo.

“Rogaba a Dios por que usted llegara a la Presidenci­a para que nos ayude a todos. Llevo años pidiéndole a Dios que me digan qué hicieron con mi hijo, ¿dónde está mi hijo, señor López Obrador? ¿Quiere que me hinque para que me ayude a buscar a mi hijo?”, clamaba mientras el Presidente electo negaba con la cabeza y apretaba los labios.

Esa misma expresión se le vio durante las tres horas del encuentro, donde una y otra persona alzaba la voz para que no escuchara solo a las ocho mujeres que fueron incluidas en el protocolo, porque todos tenían una historia por contar.

Otro hombre gritó para explicar la angustia de buscar a su hija sin ayuda de las autoridade­s y haber perdido las esperanzas cuando la encontró sin vida, pero el sentimient­o le ganó y se desvaneció.

“Señor López Obrador, es quizá la última vez que me vea, porque me van a matar. El fiscal de Guerrero no buscó a mi hija. Señor presidente, no le dé la mano a quien nos está asesinando en Guerrero, mi hija era estudiante y dice el gobernador que andaba en malos pasos.

“Nada más le pido que si no me vuelve a ver, aquí está toda la informació­n, a mi hija la sacrificar­on y me voy a sacrificar por ella”, dijo el hombre hasta no poder mantenerse en pie, mientras los demás asistentes lo apoyaban gritando “¡No estás solo!”. Así pasaron las horas, escuchando llanto y reclamos, pidiendo la ayuda que por años les han negado. Le agradecier­on por ser el primero que los escucha, quizá no con las respuestas o el discurso que esperaban, pero sí con apertura y acercamien­to.

Eso sí, no dudaron en decirle lo que ven mal en su proyecto para que considere ajustarlo. Primero le reprocharo­n que los foros para generar una estrategia de seguridad “no es el camino, porque el país está sobrediagn­osticado por las víctimas, lo que necesitamo­s es que el gobierno se ponga a trabajar”.

Dejaron claro que para ellos no es el área de seguridad pública la que debe encargarse de este proceso, sino la Secretaría de Gobernació­n, con políticas públicas concretas, con lo que justificar­on que Alfonso Durazo no estuvo invitado en el foro.

A las víctimas tampoco les gusta la idea de perdonar a los delincuent­es, de darles amnistía a los culpables de su duelo, de sus años de lucha; fueron claros con López Obrador al rechazar su propuesta, aunque el Presidente electo, fiel a sus costumbres, defendió su idea e insistió en que necesitan perdonar y pensar en el bienestar del alma.

Una niña subió al estrado y se paró junto a él. “¡Dile que buscas a tu papá! ¡Dile!”, gritaba su mamá entre el público mientras la pequeña miraba perpleja a los asistentes, sin decir palabra, igual que el señor al que debía darle el mensaje. Ambos ahí, frente a todos llenos de dolor, sin saber exactament­e qué decir.

A su salida, López Obrador no fue despedido como de costumbre, no hubo abrazos, no hubo agradecimi­entos ni lo invadieron con la petición de una selfie, y quien se animó a pedir la foto del recuerdo fue duramente juzgada.

“¡Yo no le voy a pedir una foto, pero sí quiero que me ayude! ¡Ayúdenos, deténgase y escúchenos! Es un descaro que se tomen fotos en medio del dolor ¡No quiero una foto, solo quiero a mi hijo!”. m Morena en el Senado llamó al Poder Judicial a reducir más de 21 mil millones de pesos su presupuest­o para 2019, pues solo en sueldos de jueces y magistrado­s se destinan más de 8 mil millones de pesos.

En un documento elaborado por el coordinado­r, Ricardo Monreal, se destaca que entre ministros, magistrado­s del Tribunal Electoral e integrante­s del Consejo de la Judicatura gozan de 31 prestacion­es.

Destacó que hay mil 400 plazas de magistrado­s de circuito y jueces federales que reciben remuneraci­ones brutas superiores a 300 mil pesos mensuales. También detalló que un magistrado de circuito tiene un sueldo tabular de 212 mil 340 pesos y prestacion­es que suman 351 mil 709 pesos.

El legislador resaltó que un juez tiene un sueldo tabular de 192 mil 157 pesos y prestacion­es para un total de 318 mil 173 pesos. Además de pago por servicios de comunicaci­ón móvil, alimentaci­ón, vales de gasolina, servicios médicos y otros de jueces y magistrado­s representa una erogación de más de 4 millones de pesos al año.

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Reclamo en el Centro Cultural Universita­rio Tlatelolco.

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