Milenio

El desastre de la casilla única

- LUIS PETERSEN FARAH luis.petersen@milenio.com

Fue un desastre, los legislador­es tienen tarea. La casilla única, concebida por la reforma electoral de 2014 y puesta en escena por el INE en 30 estados con elecciones locales concurrent­es, tiene que resultar seriamente cuestionad­a.

El consejero Marco Antonio Baños la sentenció ya, pocos días después del 1 de julio, cuando quedó claro que debían ser recontadas las tres cuartas partes de los paquetes electorale­s de las elecciones de presidente, de diputados federales y de senadores.

Baños, quien conocía y asumió los desafíos que planteaba la casilla única, ha señalado que en adelante o se modifica el modelo o se incluye el voto electrónic­o: no hay vuelta de hoja.

La casilla única podía tener sus ventajas, cierto, pero la complejida­d de la tarea era tal que no fue posible dar certeza a las elecciones con resultados cercanos ni recontando los votos.

He comentado aquí el caso de Monterrey y Guadalupe, en Nuevo León. Es fecha en que no está resuelta la elección de alcaldes: primero, la autoridad electoral dio el triunfo al PAN; luego, el tribunal estatal, una máquina de anular casillas, favoreció al PRI. Faltan todavía la Sala Regional y la Sala Superior del TEPJF, que tendrán que dar su veredicto antes de que termine octubre. Hará falta una imprenta especial para constancia­s de mayoría, que van y vienen.

Los resultados eran muy cerrados, claro. Y la casilla única, un fracaso: paquetes que no llegaron y nunca se contaron, inconsiste­ncias, actas y boletas en la caja equivocada, mesas directivas que tiraron la toalla cuando ya no pudieron más y un largo etcétera que los partidos, por supuesto, aprovechan para encontrar indicios de dolo.

Sin embargo, solo ver el Manual de la y el Funcionari­o de Casilla basta para entender el desastre sin necesidad de acudir a la mala voluntad. Y no es que el manual esté mal hecho, fuera de ese lenguaje de las y los que acaba haciendo las cosas aún más tediosas. Pero se trata de 140 páginas que describen paso a paso una serie de actividade­s que humanament­e no caben en una jornada de nueve personas, además capacitada­s a medias porque nadie tiene un semestre para hacerse experto.

¿Quién aceptará ser funcionari­o de casilla la próxima vez? Así, nadie. M

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JAVIER GARCÍA/ARCHIVO El consejero Marco Antonio Baños.
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