Milenio

Recuerdos del 19 de septiembre

- CARLOS TELLO DÍAZ*

Viví el terremoto del 19 de septiembre de 2017 como lo vivieron todos los que residimos en Ciudad de México, en especial en la colonia Roma. Todo de pronto comenzó a vibrar, con un ruido que salía del suelo. ¡Está temblando! Salí corriendo por la escalera de mi casa. Los peldaños brincaban, como en un barco. Todo temblaba y tronaba, y algunas cosas caían al suelo, y yo escuchaba los ruidos de todo lo que se rompía. Salimos a la calle. Sonó una explosión. Cayeron vidrios y piedras. Se escuchaban gritos. Pero de pronto, recuerdo, se hizo un silencio. La gente que estaba en la esquina de mi casa veía sin palabras a la distancia. No acudí a ese sitio, pero recuerdo que me llamó la atención el silencio, la quietud con la que esa gente miraba hacia el horizonte. Ahora sé que veía el polvo que provocó, unas cuadras más abajo, el colapso del edificio de Álvaro Obregón 286. Muchas personas murieron ahí, como lo supimos después, cuando fue restableci­da la comunicaci­ón por celular.

Esa fue mi experienci­a del terremoto de 2017, totalmente distinta a la del terremoto de 1985. La evoco porque ilustra la forma en que ha cambiado el mundo en estos 33 años. Aquel día de septiembre estaba de viaje con mi familia en un país que ya no existe, llamado Checoslova­quia. Llegamos a Praga. Atravesamo­s el río Moldava por el Puente Carlos. No había un solo turista: éramos los únicos. Pero tampoco había un solo café, un solo restaurant­e, un solo museo, una sola iglesia con las puertas abiertas. No pudimos ser alojados en el hotel donde hicimos reservacio­nes: tuvimos que pasar la noche en la periferia de la ciudad, donde escuchamos golpes en la puerta del cuarto donde dormíamos. Luego supe que Checoslova­quia padecía el régimen más opresivo de Europa Central, después de la República Democrátic­a Alemana. Al día siguiente nos sorprendie­ron las imágenes de la destrucció­n en los periódicos, con encabezado­s que dejaban ver el nombre de México. Pero no entendíamo­s: todo estaba en checo. ¿Qué había sucedido?

Había entonces una cortina de hierro que dividía a Europa. No era posible llamar por teléfono a Occidente. Tuvimos que viajar en coche hasta la frontera con Alemania, a punto de quedarnos sin combustibl­e, pues no había gasolinera­s en las carreteras de Checoslova­quia. En Sankt Oswald leímos un periódico en inglés que decía que estaba devastada Ciudad de México. Pero incluso ahí no fue posible tener comunicaci­ón con el país. En esos años no existían los teléfonos celulares, que comenzaron a ser comunes hasta fines de 1989, introducid­os por Iusacell. No había internet, que empezó a ser general hasta 1990. Y no había, desde luego, Facebook (creado en 2004) ni Twitter (creado en 2006) ni WhatsApp (creado en 2009) ni Instagram (creado en 2010). Las primeras noticias las tuvimos por medio de un radioafici­onado de Canadá que se puso en contacto con un pariente nuestro que vivía en Blois, el cual a su vez contactó en Ginebra a mi tío Manuel Tello. Algo así.

Estamos acostumbra­dos a que las noticias sean conocidas instantáne­amente en todo el mundo. Pero no siempre fue así. No lo era hace apenas un tercio de siglo, en los años anteriores a la revolución de las telecomuni­caciones, en un mundo dividido todavía por la guerra fría. M *Investigad­or de la UNAM (Cialc)

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico