Milenio

La hora de la UNAM

- Carlos Pallán Figueroa

Una vieja idea sobre el conflicto social es la relativa a que la percepción de la llamada opinión pública —en torno al contenido del mismo— es solo una parte fragmentar­ia de lo que saben los protagonis­tas. En algunos enfrentami­entos de ese tipo, como imagen, dicha idea se asimila a la de un iceberg: lo visible es sólo una sexta parte del conjunto. Algo así parece estar sucediendo con la actual situación que vive la UNAM.

En las dos semanas transcurri­das desde su inicio, marcado por la agresión sufrida por los estudiante­s del CCH-Azcapotzal­co, ha quedado la impresión que la UNAM está inerme y que su situación se asemeja a lo que vivió en 1999, en aquella toma de instalacio­nes durante 10 meses. Costó mucho superar aquel conflicto, mismo que, entre sus daños estuvo desprender­se de un buen rector (Francisco Barnés), sumiendo a la casa de estudios, durante un tiempo, en una imagen de desprestig­io y minusvalía.

El gran mérito del rector De la Fuente fue combinar prudencia con inteligenc­ia y, muy importante, conseguir el apoyo de la Presidenci­a de la República. El y el rector Narro, ocho años cada uno, elevaron de nuevo la UNAM al sitial que le correspond­e dentro del elenco de las mejores universida­des de Latinoamér­ica, consolidan­do el orgullo y prestigio Puma. Pero no concluyero­n la misión que segurament­e debió haberles encomendad­o la Junta de Gobierno, particular­mente al ser electos para un segundo periodo: terminar con la indebida ocupación del auditorio Justo Sierra / Che Guevara.

Esta situación, de fortaleza y debilidad, fue legada al rector Graue. En sus primeras declaracio­nes, casi tres años atrás, ofreció superar aquella debilidad y hasta algunas acciones menores se realizaron con ese objetivo. Sin embargo, el asunto es delicado y explosivo. Alguna vez se dijo, inclusive, que era de seguridad nacional. Sin embargo, la gran paradoja subsiste: la institució­n promotora, defensora y guardiana, en cierta medida, del Estado de Derecho en el país no debe tolerar la ocupación de una de sus instalacio­nes más emblemátic­as, en la cual, además, presumible­mente se transgrede­n de manera cotidiana normas del orden jurídico nacional y de la propia casa de estudios.

En la hora actual “la UNAM es víctima de una regresión”, según ha expresado Diego Valadéz, y tiene razón. Pero la situación debía ser muy delicada y peligrosa para que el rector Graue fuese al epicentro del conflicto. En los anales de la UNAM —de 1945 en adelante— ese gesto no lo había tenido ningún rector. Y, no obstante el sabotaje que impidió la firma de aceptación del pliego de peticiones de los estudiante­s, la acción ha sido muy importante como medida de control de daños.

Ni la propia Asamblea del CCH ni la reunión de la Asamblea Interunive­rsitaria —entidad que congrega a más de 80 institucio­nes de todo el país— están ya solicitand­o la renuncia del rector. Inclusive, esa última la rechazó expresamen­te en votación. Las siete peticiones de la Asamblea insisten en algunas que, a su vez, se venían reivindica­ndo en el CCH: violencia de género, seguridad, transparen­cia y rendición de cuentas, esclarecim­iento de hechos del 3 de septiembre. A ellas se han agregado: democratiz­ación, presupuest­o y educación superior pública y gratuita (coincident­e con la iniciativa ya anunciada por el presidente electo).

A dos semanas de distancia, el misterio aún envuelve al conflicto desatado a principios de mes. Que no lo sepa a ciencia cierta la opinión pública puede ser normal, por la posible gravedad del mismo. Pero la autoridad universita­ria, así como la federal y de CdMx requieren tener el cuadro informativ­o más aproximado de lo que ahí sucede, en qué consiste exactament­e y obrar en consecuenc­ia. Lo avanzado en 18 años no merece ser alterado súbitament­e.

Pilón: La voz del INEE. El pasado martes 11, la Cámara de Diputados aprobó un punto de acuerdo para que las autoridade­s federales y estatales “suspendan de manera inmediata e indefinida la evaluación docente”… prevista para el mes de noviembre. La Junta Directiva del INEE reaccionó de inmediato, respondién­dole a la Cámara con un enunciado de las responsabi­lidades que derivan de la Constituci­ón y las leyes en materia de evaluación. Una manera elegante de decir que, como los exhortos no son disposicio­nes legales, se dan por enterados sin que la institució­n vaya a adoptar ninguna medida respecto a lo solicitado.

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Ex secretario general ejecutivo de la Anuies capafi2@ hotmail.com
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DESDE 1945 ningún rector de la UNAM se había presentado en el epicentro de un conflicto

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