Milenio

Volcán cuentan que a pesar de estar en el censo de damnificad­os y obtener tarjetas del programa Unidos por Morelos, los plásticos que recibieron no tenían fondos para reconstrui­r sus viviendas

Habitantes de Tetela del

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Hace apenas unos meses que Jesús y sus padres levantan una casita con sus propias manos y recursos en la comunidad de San Felipe en Hueyapan, del municipio de Tetela del Volcán, Morelos, el lugar donde se originó el sismo del 19 de septiembre de 2017, el epicentro del desastre.

Los padres de Jesús viven de la siembra del maíz, manzanas y camote, también fabrican hachas y martillos. Ese día, cuando se “movió la tierra”, cuenta Jesús, de 24 años, la familia se percató muy tarde de la pérdida total de su casa. Habían estado en un velorio por la mañana y en el transcurso del día, ayudando a otros que se quedaron sin vivienda.

“Cuando llegamos nuestra sorpresa fue no tener casa, todas nuestras cosas estorbaban en la calle, se cayó hacia el arroyo y nos tuvimos que dormir con las reses y los becerros por seis meses, eso sí, pusimos una lona”. Con el tiempo, cuenta entre risas, “ya éramos muy buenos amigos de nuestros animalitos”.

El material con el que Jesús construye su casa lo ha conseguido con ahorros propios y de su hermano. El gobierno del estado de Morelos les prometió apoyos, pero hasta ahora no han recibido más que una tarjeta sin fondos.

“Nos vinieron a dar dos tarjetas que nomás nos dijeron ‘vayan al banco y pidan su activación y luego podrán retirar la cantidad que quieran’. Fuimos al banco y al tratar de sacar el efectivo, nos dicen que no tiene fondos, que no hay nada para sacar y nos dijeron que nos iban a avisar cuando ya tuviera, pero es fecha que no nos llaman”.

El programa Unidos por Morelos se lanzó el 3 de octubre de 2017 en reacción a las demandas de miles de damnificad­os del gobierno de Graco Ramírez. En diez días las autoridade­s censaron el estado y prometiero­n apoyar a 14 mil familias que perdieron su patrimonio, total o parcial, en alianza con fundacione­s como la de Carlos Slim.

El coordinado­r del programa, Sergio Beltrán, asegura tener censadas mil 900 viviendas de daño total en todo el estado, a cada una de esas familias “se les otorgan 120 pesos y la fundación (con cualquiera de las que tenemos alianza) pone de 30 mil a 50 mil pesos, según sea el caso; de esta manera completamo­s un monto de 180 mil pesos aproximada­mente, con el que se construye la casa en su totalidad”.

Pero como Jesús, muchas familias en estas comunidade­s indígenas en Morelos, colindante­s con Puebla, tampoco recibieron el dinero que prometió Unidos por Morelos, como Dulce y su madre, quienes han vivido en este lugar desde hace 35 años. Los hermanos de Dulce migraron a Estados Unidos hace diez años y su padre murió el año pasado. Solo ella y su madre vivieron el temblor de 2017.

“Mi sorpresa fue cuando de repente mi vivienda se abrió así como caja de regalo, todas las paredes se salieron, entonces fui a pedir a los de Unidos por Morelos una casa de campaña, por lo menos para poder dormir, porque yo dormía a la intemperie, y me dijeron que como mi familia era muy pequeña no me podían dar una para cuatro personas”.

Tras perder su casa y sus bienes, Dulce tomó maderas y cartón para improvisar un techo para ella y su madre de 70 años. Con el paso de los días y sin la ayuda de ninguna institució­n, logró construir un cuarto para su madre y ella, así como una cocina que cubren con lonas estampadas con propaganda de diversos partidos políticos.

“Donde duermo entra el agua, el viento, el cartón ya se mojo y en algún momento mi pared se viene abajo; tampoco tengo privacidad, mi mamá es cura (curandera), hay veces que le hablan y a las 6 o 7 de la mañana me tengo que levantar de mi cama para que ella pueda curar y yo salirme”.

Al tiempo que le fueron negadas las casas de campaña, unos días después de la tragedia, Dulce

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Paz Cortez dice que su suegro solo construyó los cimientos por falta de material y dinero para mano de obra.

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