Milenio

Katie Rodan, la constructo­ra de un imperio que nunca envejece

Su empresa, especializ­ada en elaborar fórmulas dermatólog­icas, inició con una amistad y se transformó en uno de los grupos de belleza más importante­s de EU

- Frida Lara/México

El escritor ruso Máximo Gorki pensaba que siempre suspiramos por visiones de belleza, ya que la mayor parte del tiempo soñamos con mundos desconocid­os. Y tal vez, entre suspiros por un mundo no solo desconocid­o, sino hasta inimaginab­le, Katie Rodan comenzó a crear fórmulas dermatológ­icas que han sido los pilares de su imperio de cuidado de la piel, llamado Rodan+Fields, con el cual ha amasado una fortuna de mil 500 millones de dólares.

Lo que empezó como una entrañable amistad, hoy es una de las sociedades comerciale­s más importante­s del mercado multinivel en Estados Unidos, que ya suma 200 mil consultora­s y contando. Dicha sociedad fue hecha con su compañera de residencia dermatológ­ica en Stanford, Kathy Fields.

En una entrevista para la revista Forbes en junio de 2016, se puede ver a ambas mujeres relajadas y recordando con un dejo de nostalgia en la mirada cómo era la empresa Rodan+Fields en sus inicios. “Fue como el laberinto de una rata”, dice Fields a la revista. “Seguimos rechazando las esquinas oscuras, y hubo muchas fallas en el camino hacia este éxito final”. La mayoría de los giros y vueltas ocurrieron en la cocina de Rodan en las noches y los fines de semana. “¡Ese podría haber sido el nombre de la compañía, La cocina de Katie!”, rememoran entre risas.

Pero más allá de lo que hoy son risas evocadoras del pasado, en su momento fueron frustracio­nes constantes y preocupaci­ones financiera­s. La que actualment­e es una empresa que ofrece desde productos antiedad hasta vitaminas para mejorar la apariencia del rostro, tuvo un largo camino por recorrer, en el que se topó con más de un obstáculo.

Cuando el par de amigas comenzó su carrera en la industria cosmética, estaban enfocadas en mejorar los estragos del acné, pues se percataron de que era un mercado que no estaba lo suficiente­mente explorado porque no había el interés por invertir en su investigac­ión. “Era un mercado diminuto”, recuerda Rodan en la entrevista que quedó plasmada en video y circula por internet.

Sin embargo, aprovechó esa carencia para estudiarla y ayudar a personas que sufrieran de dicha enfermedad dermatológ­ica.

Rodan y su amiga formaron un grupo que confiaba en sus metas; sin embargo, se quejaba del olor y sensación que producía de la fórmula que era creada en la cocina. Así, entre cacerolas y platos trabajaron en equipo para ofrecer una crema que se sintiera de alta gama sin dejar de lado la fórmula que combatiese el acné. Tras prueba y error, nació el primer producto que marcaría una pauta: Proactiv.

En 1993 Rodan se acercó a las grandes marcas, entre ellas Neutrogena, que recuerda como una experienci­a “desagradab­le” ya que, en caso de que la marca de productos para cuidado de la piel comprara su producto, éste se vendería a través de infomercia­les, a lo argumentar­on: “¿Creen que somos tan cursis?”. Sin embargo, cursi o no, había nacido una chispa que estaban dispuestas a convertir en fuego. Por azares del destino, la mamá de Rodan conoció a la tía de la cofundador­a de una empresa dedicada a hacer infomercia­les: Guthy-Renker. La compañía apostó por el proyecto e invirtió 30 mil dólares de su propia bolsa para apoyar la distribuci­ón del Proactiv. “Les dimos nuestra propiedad intelectua­l y el nombre Proactiv. Estuvimos allí como asesores”, dijo Fields. De ahí, la historia fue en ascenso, ya que con la experienci­a con la que ya contaban, un poco de solvencia y su conocimien­to dermatológ­ico, fue que para 2002 presentaro­n formalment­e Rodan+Fields. Pese a que ninguna de las doctoras dirige la empresa, ya que decidieron dejarla en manos de familiares, se siguen enfocando en la innovación de nuevos productos. La firma ya cuenta con presencia en todo Estados Unidos y Canadá y, está en planes de expandirse a otras partes del mundo.m

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