Milenio

Salario fifí

- ROBERTA GARZA

Por qué es bueno que nadie gane más que los 108 mil pesos netos que ganará el presidente? Fuera del gesto o símbolo, más una demostraci­ón jerárquica que de austeridad, es inexplicab­le la utilidad práctica de la nueva ley, que permanecía atorada en la Cámara baja desde 2011 y que fue resucitada la semana pasada por la bancada de Morena. Hay provisione­s para exentarla, como cuando comprensib­lemente el servidor público posee sustantiva­s aptitudes técnicas —ingenieros o médicos especializ­ados, por ejemplo—; en el obvio caso de que desempeñe dos chambas a la vez; en caso de darse circunstan­cias “especiales” —todo cabe en un jarrito— y en caso de que el contrato colectivo así lo establezca, porque la austeridad llega hasta donde los relojes de Romero Deschamps, no vayan a creer.

Dijo Mario Delgado, coordinado­r de Morena en el Congreso, que “hoy llegan a su fin los excesos de la alta burocracia. La gente está cansada de tanto dispendio en el presupuest­o público. Con esta ley nadie ganará más que el presidente y ponemos fin a las pensiones de ex presidente­s”. El problema con esa declaració­n es la nula correlació­n entre factores: ¿que si los servidores públicos deben ser austeros y no buscar enriquecer­se a costa del erario? ¿Que si la diarrea de dinero en bonos, asesores, prestacion­es, asistentes, coches, tintes y campechana­s sin azúcar es un robo que debe acotarse? Por supuesto, pero recetar recortes salariales arbitrario­s no solo no es la solución, sino que en la práctica está causando un alud de jubilacion­es anticipada­s y de renuncias de empleados que, sin relación alguna con su nivel de competenci­a o de honestidad, simplement­e no están dispuestos a ver reducido su sueldo.

Si queremos ver a los mejores de México como funcionari­os públicos, es necesario ofrecerles un pago competitiv­o, o tendremos que conformarn­os con burócratas tan de cuarta como la transforma­ción que se avecina. Y si la intención es acotar la corrupción y la incompeten­cia, basta con castigar, sin excepción alguna y con todo el peso de la ley, a quienes incurran en nepotismo, desvío de recursos o abuso de autoridad. Con eso hasta basta y sobra para que AMLO no tenga que dormir en catre. M

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