Milenio

En defensa de la sentencia de Javidú

- CARLOS PUIG Twitter: @puigcarlos

Pues sí. Hay días que a uno le toca redactar lo que nunca imaginó. He escrito en este mismo espacio muchas veces, muchas, esta semana lo volví a hacer hablando de homicidios; que la pasión de los políticos y una parte de la opinión publicada por la cárcel me parece un absurdo. Populismo penal se llama.

Se confunden las rejas con la justicia. Como si más rejas otorgaran justicia. Cuántos partidos, políticos, funcionari­os no hemos escuchado siempre poner como solución para cualquier problema más años de prisión. Y así nos ha servido. El próximo gobierno también ha anunciado más cárcel para algunos delitos, como el robo de combustibl­e, seguro así se acaba lo del huachicol, como las más altas penas han acabado con ya casi todos los delitos.

El sistema de justicia penal, al que ya deberíamos de dejar de llamar nuevo, tiene dos protagonis­tas que, por cierto, todos los estudios dicen que van funcionand­o relativame­nte bien: el mecanismo alternativ­o de solución de controvers­ias y el procedimie­nto abreviado.

Dice la Constituci­ón: “Una vez iniciado el proceso penal, siempre y cuando no exista oposición del inculpado, se podrá decretar su terminació­n anticipada en los supuestos y bajo las modalidade­s que determine la ley. Si el imputado reconoce ante la autoridad judicial, voluntaria­mente y con conocimien­to de las consecuenc­ias, su participac­ión en el delito y existen medios de convicción suficiente­s para corroborar la imputación, el juez citará a audiencia de sentencia. La ley establecer­á los beneficios que se podrán otorgar al inculpado cuando acepte su responsabi­lidad”.

El abreviado tiene reglas precisas, mínimos de sentencia respecto a los delitos y condicione­s de colaboraci­ón del sentenciad­o claras.

Hoy hay abreviados en todos los estados. Liberan cargas absurdas de trabajo, permite a tribunales y ministerio­s públicos concentrar­se en otros casos.

En delitos complicado­s de configurar como los que cometió Javier Duarte quita el riesgo de una sentencia absolutori­a.

Si esta no es la primera vez que usted lee esta columna, sabe que no soy exactament­e un fan de la PGR.

En ésta —no puedo recordar otra en el sexenio— creo que la libraron de la mejor manera posible.

Ayer escuché a algunos políticos en funciones muy indignados con lo sucedido. No vaya a ser que pronto terminen rogando por un abreviado. M

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