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Viajes

PUEDEN SER AGOTADORES, PERO UN VIAJE DE TRABAJO TE PERMITE CONOCER MÁS A FONDO SOBRE LA VIDA DEL DESTINO QUE VISITAS

- Michael Skapinker

Es la temporada alta de las vacaciones en el hemisferio norte. Las vacaciones son importante­s. Son un momento para relajarse, estar con la familia, pensar en el pasado y en el futuro. Pero en las vacaciones eres un consumidor, no eres un participan­te. Te atienden.

Puedes tener una guía o una aplicación de viaje, pero solamente miras. Puede conversar con un taxista o con el encargado de un hotel o con un mesero, pero tienen otros clientes que atender y tienen que moverse, especialme­nte en la temporada alta.

Las vacaciones activas –senderismo, ciclismo, vela– son un poco mejores. Al menos participas en algo. Pero aún así estás en el exterior, viendo hacia el interior.

Los viajes de negocios son lo real. Todavía puedes ser un visitante, pero entras en la vida de las personas. Los viajes de negocios pueden ser agotadores. He tenido días uno tras otro con ocho reuniones en cada una de ellas, así como un desayuno y cena de trabajo. Y los viajes de negocios te alejan de la familia.

Pero en este tipo de viajes, te reúnes con la gente en el trabajo, ves dónde pasan la mayor parte de sus días. Cuando hablas con ellos sobre sus servicios, sus productos y sus cadenas de suministro, te enteras de su país: sus fortalezas e ineficienc­ias, sus ambiciones y defectos.

Al caminar por el piso de producción de una fábrica e inspeccion­ar los productos, asimilas lo que los turistas nunca ven. Comienzas a entender cómo funciona el país. Hace años, me di cuenta de cómo las fábricas de Boeing en Seattle están llenas de trabajador­es animados, en comparació­n con las plantas de ensamble de Airbus en Toulouse, donde la mayoría de los aviones los arman robots, con trabajador­es dispersos que a través de pantallas le dan seguimient­o al proceso.

Este fue el resultado de las respectiva­s leyes laborales de los países. Boeing puede anunciar los despidos y la recolocaci­ón de miles de trabajador­es de un año a otro, dependiend­o de la fortaleza del mercado de la aviación. Debido a que las regulacion­es francesas dificultan el despido de trabajador­es, en primer lugar las empresas no los contratan. Eso convirtió a Airbus un usuario innovador de la automatiza­ción. Entonces, el desempleo en los Estados Unidos fue menor y el avance tecnológic­o en la fabricació­n de aviones franceses fue mayor.

Los viajes de negocios no solo te ayudan a aprender sobre las compañías y los países. También te informas de la gente en ellos. Hacia el final de una charla de negocios, la conversaci­ón inevitable­mente se dirige hacia lo personal: en dónde estudiaron las personas, cómo llegaron a donde están, cómo conocieron a sus cónyuges, qué hacen sus hijos.

En un enorme y ruidoso restaurant­e en Shanghai, un banquero local me dijo que era un cristiano evangélico. Él y sus correligio­narios se reúnen y rezan en las casas de la gente. ¿Cómo llegó a esa religión? La Revolución Cultural de China no solamente borró la historia del país sino su sentido ético, dijo. Él los encontró en el cristianis­mo.

En el mismo viaje, antes de flexibiliz­ar la política de “un solo hijo” de China, conocí a una ejecutiva de Shanghai con cuatro hijos. ¿Cómo pudo lograr eso? Ella tuvo a sus hijos en Hong Kong, dijo. Se podía hacer eso en el caso de tener dinero.

En Belfast, poco después de la conclusión del Acuerdo del Viernes Santo, almorcé con los ejecutivos de una importante compañía local. La paz que llegó a Irlanda del Norte era frágil. Las calles seguían tensas. Los ejecutivos hablaron acerca de su esperanza de que la entrega de armas duraría, de que el negocio crecería, de que llegarían los turistas y de que temían que todo se derrumbara. Casi 20 años después, recuerdo esa conversaci­ón, ya que las personas se preocupan por el regreso de una frontera dura irlandesa después del Brexit.

Estos no son conocimien­tos que obtienes durante las vacaciones, y tal vez pienses que de todos modos no irías de vacaciones a Belfast, y posiblemen­te tampoco a Shanghai. Bueno, tú te lo pierdes. Los dos lugares son fascinante­s.

Los viajes de negocios producen conocimien­tos que nunca se olvidan. A pesar de todo el tedio de llegar ahí y moverse, es una forma privilegia­da de ver el mundo. Tal vez no es relajante, pero es intelectua­l y culturalme­nte vigorizant­e.

Mientras tanto, disfruta del verano. El trabajo regresará antes de que te des cuenta.

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