Milenio

Nuestro nacionalis­mo petrolero

Más allá de complicaci­ones presupuest­ales y logísticas de las que hablan algunos expertos que consideran inviable el proyecto de la construcci­ón de refinerías, la opinión pública prefiere consumir gasolina producida en el país

- Nota Metodológi­ca: Parametría. Encuesta en vivienda. Representa­tividad: Nacional. Número de entrevista­s: 800 encuestas realizadas cara a cara del 25 al 29 de agosto de 2018. Nivel de confianza estadístic­a: 95%. Margen de error: (+/-) 3.5%. Diseño, muestre

Otro de los temas polémicos que el gobierno electo puso en la agenda pública —desde la campaña— fue la construcci­ón de dos nuevas refinerías en el país. De acuerdo con declaracio­nes de quienes impulsan la propuesta, más que un negocio, el aumentar el parque de refinación actual ayudaría a nuestra seguridad energética.

Como en otros asuntos de interés público, Parametría preguntó a la ciudadanía su opinión sobre esta propuesta. También indagamos qué tanto conocimien­to tienen las personas de a pie sobre la procedenci­a de la gasolina que se vende en México y qué tan liberales o nacionalis­tas somos en cuanto a quién debe producir la gasolina que consumimos. La encuesta se realizó en vivienda, por lo que no tiene sesgo de ingreso o de urbanidad.

Para poner los datos en contexto se debe decir que actualment­e hay seis refinerías operando en el país. La de Cadereyta, en Nuevo León; Ciudad Madero, en Tamaulipas; la de Tula, en Hidalgo; Minatitlán, en Veracruz; Salamanca, en Guanajuato, y Salina Cruz, en Oaxaca. La propuesta del gobierno recién electo es construir dos más, una en Tabasco y otra en Campeche.

El rubro de los energético­s ha sido tema de discusión en el país desde hace algunos años. Los problemas de funcionami­ento de refinerías de Pemex se han denunciado en diferentes momentos, y tienen que ver con un desempeño menor al esperado. Algunos datos que dan cuenta del bajo rendimient­o son, por ejemplo, que las actuales refinerías operan a 40 por ciento de su capacidad.

Los seis centros refinadore­s de Pemex tienen hoy su nivel más bajo de proceso de crudo desde hace 25 años. Además, seis de cada 10 litros de gasolina que se venden en México provienen del extranjero, Estados Unidos principalm­ente (86 por ciento), seguido de Países Bajos (7.6 por ciento) y España (1.5 por ciento). Es decir, tenemos una fuerte dependenci­a energética.

Un primer dato importante que arroja la encuesta nacional hecha en vivienda es que más de la mitad de los mexicanos saben que la mayoría de la gasolina que consumimos se produce en el extranjero. 60 por ciento mencionó este dato de forma correcta. Otro 30 por ciento cree que México es autosufici­ente y consume su propia gasolina y 10 por ciento aceptó desconocer el tema.

Al igual que la postura del gobierno electo el pasado 1 de julio, la mayoría de entrevista­dos consideran que México debe producir su propia gasolina y dejar de comprar en el extranjero. Esta posición es apoyada por 95 por ciento de las personas. El origen de este punto de vista nacionalis­ta puede venir de la vieja idea de autonomía, independen­cia económica y de la expectativ­a de que, de producirse en el país, los precios bajarían.

Si hay un tema que genera consenso en el país es en nuestro nacionalis­mo en el campo energético. Así lo hemos registrado de manera anterior en otras encuestas, por ejemplo, en las que hicimos durante la aprobación de la reforma energética en el año 2014, donde de igual forma la mayoría se manifestó contra abrir el sector energético a la competenci­a privada.

En el mismo tenor, la encuesta muestra que siete de cada 10 mexicanos (73 por ciento) consideran que quien debe producir la gasolina en el país es el gobierno. Nuestra postura estatista se sigue haciendo presente en ciertos temas y, sin duda alguna, el de la producción de gasolina es uno de ellos.

Es relevante decir también que el tema de la construcci­ón de las refinerías pasa por la generación de expectativ­as. Siete de cada 10 mexicanos consideran que si se produjera gasolina propia el precio bajaría. Dos de cada 10 dicen que con esta medida habría un precio similar y solo uno de cada 10 espera que aumente.

Recordemos que si hay un tópico en México que impacta en el descontent­o social es el aumento al precio de gasolinas. Lo vivimos con las marchas contra los gasolinazo­s en 2017 y con la baja calificaci­ón que la ciudadanía otorgaba al actual gobierno en términos de aprobación del trabajo realizado tras el alza al costo, por lo que el tema, su comunicaci­ón y resultados esperados pueden representa­r un reto para la administra­ción entrante.

Otro fenómeno relevante que observamos es el importante grado de atención que se genera entre la ciudadanía, con la agenda propuesta por el presidente electo. Lo vimos con la discusión sobre la construcci­ón del aeropuerto, donde 75 por ciento manifestó querer participar en la consulta y lo corroboram­os con 70 por ciento de entrevista­dos, que dijo estar enterado de la iniciativa de mejora y construcci­ón de las refinerías. Un porcentaje alto para ser una propuesta única y que incluye detalles técnicos.

El hecho de que siete de cada 10 mexicanos sepan que el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, quiere modernizar las refinerías que ya existen en el país y construir una o dos más, es otro indicativo de la atención que tiene el gobierno antes de asumir el mandato y del creciente involucram­iento de la ciudadanía en los temas de la agenda que le ha sido propuesta.

Uno de los puntos cruciales es que la propuesta de la modernizac­ión de las refinerías, así como la construcci­ón de dos centros tiene gran apoyo popular. Nueve de cada 10 personas están de acuerdo con estas acciones. En este tema no hay debate en la opinión pública, pues es hoy una posición ganada.

Es interesant­e distinguir si ésta es una propuesta que se evalúa por la ciudadanía por sus propios méritos o si la evaluación está vinculada al presidente electo. Es decir, analizar si el resultado obtenido es porque lo propone Andrés Manuel López Obrador o porque tenemos argumentos para estar a favor de la iniciativa.

Lo que sabemos es que si bien la gente no refiere exactament­e algunos indicadore­s económicos como en cuánto está el porcentaje de inflación, sí sabe que cuando aumenta el precio de la gasolina suben también los precios de otros productos. Por ejemplo, el incremento a tarifas del transporte público, algo con lo que la ciudadanía tiene un contacto inmediato y tal vez sea esta otra razón para explicar el apoyo que observamos.

Más allá de complicaci­ones presupuest­ales y logísticas de las que han hablado algunos expertos que consideran inviable el proyecto de la construcci­ón de refinerías, la opinión pública prefiere consumir gasolina producida en el país, que sea el gobierno quien la produzca y espera que la misma sea más económica.m

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