Milenio

DAZA, EN BELLAS ARTES

Luego de 18 años Stiffelio Macbeth

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El barítono regresa a México tras 18 años de travesía por Alemania

Apoco más de un año de sufrir un asalto en Berlín que puso en riesgo no solo su carrera sino su vida, el barítono Alfredo Daza regresó a cantar por partida doble a México, y ante lo que considera un crecimient­o global de la cultura de la violencia y la agresivida­d en todo el mundo, sostiene que hoy la humanidad está más alejada del arte que nunca en su historia y requiere encontrar un equilibro.

Daza (Puebla, 1975) volvió al Palacio de Bellas Artes después de 18 años para, en tres semanas y con dos ataques de resfriado a cuestas, hacer historia al protagoniz­ar dos óperas de Giuseppe Verdi: un Macbeth en la versión original de 1847 y un Stiffelio olvidado desde su estreno en México en el Teatro Imperial en 1864, con la partitura original recuperada a fines del siglo pasado, sin la censura que sufrió.

“Tenemos nuestro propio festival de Verdi en Ciudad de México”; dice en entrevista para MILENIO sobre esta rareza de protagoniz­ar dos óperas del compositor italiano en tan poco tiempo. “Hay vientos de cambio en la Ópera de Bellas Artes, es un proyecto muy bonito que me dio mucha ilusión desde el principio, aunque es un proceso muy cansado para mí, pero son dos títulos magníficos de Verdi, y es una idea fantástica”.

En septiembre de 2000, en los inicios de su carrera, Daza había participad­o en un reestreno histórico en Bellas Artes cuando interpretó a Belcore en el regreso de L’Elisir d’Amore de Gaetano Donizetti a México tras su estreno 158 años atrás en el Teatro Principal.

Después de cuatro funciones con Macbeth, que empezaron el 13 de septiembre, Daza cantó el jueves en Stiffelio, que hoy a las cinco de la tarde tendrá su segunda y última función, en la que, como el conde Stankar, comparte escenario con el tenor Luis Chapa en el rol titular y la soprano Violeta Dávalos como la esposa adúltera Lina.

“Es una ópera fantástica hecha con sastre para el público mexicano”, expresa el barítono en torno al drama en tres actos ambientado en la Alemania del siglo XVIII sobre la mujer del ministro religioso protestant­e Stiffelio, que tiene una aventura y es obligada por su padre Stankar a ocultar la deshonra.

Daza considera “minimalist­as” las produccion­es de Stiffelio y Macbeth, a cargo esta última de Lorena Maza y dirigida por Marco Guidarini, porque pone más atención a los cantantes que a los escenarios.

Apenas en julio Daza cerró un ciclo de su carrera que suma medio centenar de roles, al separarse de la Staatsoper Unter der Linden de Berlín, adonde llegó en 2004 como primer barítono por invitación de su director, Daniel Barenboim. El artista poblano busca ahora, en la libertad, internacio­nalizar su carrera. ¿Cómo se siente con dos óperas en Bellas Artes después de 18 años? Por alguna razón no se dieron los contactos en estos 18 años; sí hubo acercamien­tos de los diferentes directores de la Ópera de Bellas Artes durante ese lapso, sobre todo en la última década, afecta físicament­e. A mí lo que me da es una sed tremenda, tengo que estar tomado mucha agua mineral con limón para salivar. ¿Qué tienen en común para usted Macbeth y Stankar? Obvio la vocalidad es un poco común, el vocalismo verdiano es siempre un poco parecido, aunque Stankar es más habilidoso, más hábil, requiere un canto más ligero y más agudo; en cuanto a eso de que a Verdi le encantaba ponernos notitas do y mi a los barítonos, pues eso sí es muy parecido. La personalid­ad es muy fuerte, con ideales muy fuertes, típicos verdianos. Stankar es un típico papá verdiano, que defiende el honor, el honor de su sangre y lo que está bien hecho; lo que está mal hecho es inaceptabl­e y su hija es una deshonra. Es el tipo de villano involuntar­io de Verdi; sigue siendo el villano, como lo es un poquito Macbeth, un villano involuntar­io que quiere cubrir el honor familiar. Críticos destacan el dolor con el que usted canta. ¿Sufre al cantar? A raíz del ataque que sufrí siempre tengo dolor en la pierna, es algo con lo que ya aprendí a vivir. Es un dolor constante. Y sí, en algún momento, en la muerte de Macbeth, si yo necesito sentirme miserable y rendido, sí uso ese sentimient­o físico para transmitir algo. Todo lo que el ser humano experiment­a puede ser usado como herramient­a por un ejecutante, actor o cantante. Dependiend­o de la escena, al cantar puede que sí haya usado este dolor de la pierna, en la muerte de Macbeth seguro, pero en lo demás no, es actuación, procuro hacer una actuación sincera. La ópera de Verdi es fabulosa porque incluye casi todos los elementos de la obra de Shakespear­e, pero hay que tener en cuenta que después de haber matado a cientos o miles en la guerra, Macbeth se traiciona por afán de poder, porque él era uno de estos personajes con sentido del honor muy alto, pero mata a su rey que era su primo, y desde ese momento comienza a enloquecer y ya no duerme y tiene a su mujer que le está diciendo cosas al oído y esa sed de poder. El insomnio fatal

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Daza interpretó a Macbeth en la que considera una producción minimalist­a que puso más atención a los cantantes que a los escenarios.

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