Milenio

UN CAMINO POLÍTICO DESPUÉS DEL ORO

- Carlos Cruz

Tras conseguir

la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de México 1968, Felipe Muñoz compitió en la siguiente justa olímpica, en Múnich 1972, donde incluso fue el abanderado de la delegación nacional, sin embargo, ahí se quedó fuera del podio luego de ocupar el quinto sitio en los 200 metros pecho. Después de ello, Muñoz participó en los Juegos Centroamer­icanos y del Caribe en República Dominicana, donde obtuvo dos medallas de oro, 100 y 200 metros en nado de pecho, y plata, en 200 metros relevo combinado, y tras terminar su participac­ión en ese evento se retiró como deportista. Después se fue a estudiar a la Universida­d de Texas, donde curso la licenciatu­ra de comunicaci­ón, administra­ción y publicidad, y fue en 1975 cuando finalmente se graduó. En 1995 fue designado como presidente de la Confederac­ión Deportiva Mexicana (Codeme), y un año después fue elegido como Jefe de Misión de la Delegación Mexicana que acudió a los Juegos Olímpicos de Atlanta 96, a los de Sídney 2000 y Atenas 2004. En 2001 finalizó su labor en la Codeme y fue nombrado presidente del Comité Olímpico Mexicano, organismo que dirigió hasta 2012. El Tibio se dedicó al periodismo, a la asesoría deportiva y a la política; y después fungió como Coordinado­r Nacional del Deporte en el PRI y en 2012 regresó a San Lázaro como diputado plurinomin­al. Del 2012 al 2015 fue presidente de la Comisión del Deporte en la Cámara de Diputados, donde hizo hasta lo imposible por dejar fuera a la Codeme del Sistema Nacional del Deporte. Finalmente en las elecciones pasadas, Múñoz, con el Partido Revolucion­aro Institucio­nal, no pudo ganar la diputación federal en el Distrito 12 de la Ciudad de México, luego de quedarse en el tercer sitio con el 12 por ciento de los votos, un cargo que fue ganado por Dolores Padierna, de la Coalición Juntos Haremos Historia. lo planteó, pero ya al final, en los últimos metros ahí sí escuche muchos ruidos y gritos, y ya no veía ni cerca a los demás competidor­es por la periferia que tienes en la natación. En la prueba de pecho vas viendo hacia el frente, pero los oía y los sentía a lado mío, además se oyen los gritos, las burbujas, las ganas y el coraje que uno hace. Al tocar la meta, recuerdo que me dolía todo el cuerpo, ya que estaba completame­nte agotado, y me tenía que estirar al final porque cuando uno hace un esfuerzo muy grande en los últimos metros tu cuerpo se empieza a acalambrar. Estirarme más al final de la prueba era una de las estrategia­s planteadas, y aunque me dolía todo el cuerpo, me motivaba escuchar los ruidos y sentir que iba por buen camino, y no fue hasta que toque la pared para ver el marcador donde estaba mi nombre, y observé que estaba con un número uno y un foco rojo, por lo tanto, en ese momento fue cuando me di cuenta que había ganado.

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