Alberto Chimal: “mi literatura es una especie de archipiélago”
“Este libro tiene un tratamiento que utiliza mucho del realismo: no es la primera vez que sucede en mi trabajo, pero tampoco es lo más habitual”
Acostumbrado a sus relatos de literatura fantástica, el mismo Alberto Chimal reconoce que su más reciente compilación de cuentos, Manos de lumbre (Páginas de espuma, 2018), está un tanto alejada de lo que había hecho pero, al final, aparecen las obsesiones y fantasmas que se retratan en otras historias, sin importar el género en el que se transmiten.
“Este libro tiene un tratamiento que utiliza mucho del realismo: no es la primera vez que sucede en mi trabajo, pero no es lo más habitual. Lo que pasa en este volumen, es que incluso los relatos que son más fantásticos o con elementos más extraños, tienen un telón de fondo que siempre tiene una situación observable, un poco más concreta, más contemporánea”.
En los relatos se aparece un escritor que practica el plagio literario, una mujer obsesiva bajo una maternidad malentendida o una enferma frente al trance de elegir, quienes serían la parte más realista de los cuentos, pero también hay un vidente o curandero que, a lo mejor, realmente tiene algún tipo de don sobrenatural, aunque su principal habilidad “sea jugar con la credibilidad, con la desesperación de sus pacientes”. “Igual te vas a encontrar con un personaje que, quizá, sí fue secuestrado por un extraterrestre, aunque lo central en esos cuentos es cómo se desenvuelven personajes así en un entorno que es el nuestro: cotidiano, reconocible, en el cual no solo hay relaciones interpersonales y sociales, sino también consecuencias que tienen que ver con una atmósfera más grande, ya sea el de la sociedad o el de la política”, cuenta a MILENIO Alberto Chimal (Toluca, 1970), quien hace unos días regresó de una gira de presentación de Manos de lumbre por España.
“En México estamos acostumbrados a hacer lecturas muy superficiales”, asegura
A medida que pasa el tiempo, Alberto Chimal parece reconocer en su trabajo diversos aspectos que unen a todas las historias, más allá de la trama o del género en el que se relatan, casi como “una especie de archipiélago, de conjunto de muchos territorios aparentemente separados, pero en el fondo están juntos y se puede cruzar a través de ellos”. “Este libro tiene historias que podrían suceder en un entorno similar a otros que he descrito con anterioridad, incluso algunos que son muy extraños o fantásticos: pueden leerse de forma independiente, pero si se leen en relación con algunos de mis libros dejan entrever algo más cercano”, explica el autor de títulos como Manda fuego, Los atacantes o La torre y el jardín, considerado uno de los principales defensores de la literatura fantástica en nuestro país, además de los formatos digitales de lectura.
Con todo ello, el escritor se muestra convencido de que no se puede dejar de escribir de lo que le interesa, incluso le obsesiona, como el abuso del poder o los estados alterados de conciencia, que son temas aledaños, porque por estrambótica o alucinada que sea, en ningún momento “deja de tener relación con su entorno”.
“En México estamos acostumbrados a hacer lecturas muy superficiales, si no sale el nombre del candidato o del político, o el tema de la agenda, creemos que es escapista. Pero lo cierto es que cualquier texto se crea por parte de una persona que vive en un cierto lugar y que está en relación con ese entorno: por muy raro que sea lo que elija escribir, de cualquier manera está reaccionando a lo que sucede a su alrededor, solo que a veces no se nota”, a decir de Alberto Chimal, para quien hay algunas historias de horror de su autoría que terminan por ser “manifestaciones de lo que se siente vivir en una época como la nuestra”.
En el caso de Manos de lumbre sí hay una intención muy explícita de relacionar la acción de los textos con cierto entorno: expresiones de la realidad que podemos reconocer, en especial por ser temas muy contemporáneos. Como, por ejemplo, el engaño que se produce por la obsesión contemporánea por el prestigio, por la satisfacción inmediata, “algo que buscan varios personajes en los textos”, enfatiza el narrador. m