Madres adolescentes
Niños de madres niñas”: así se titula lo que publiqué el domingo pasado aquí. Hablaba de casi 10 mil bebés nacidos el año pasado de mamás literalmente niñas de entre 10 y 14 años de edad, de lo complicada que se vuelve la vida para una madre y un bebé en tales circunstancias y de lo indignante que resulta saber que estos embarazos provienen de abuso sexual por parte de adultos y en los propios hogares.
Carlos Javier Echarri Cánovas, investigador del Colegio de México y coordinador de la Maestría en Demografía, me hizo ver en un correo electrónico que aquella cifra del año pasado incluía no solo a los nacidos en tales circunstancias, sino también a los registrados en ese año de manera tardía.
Así, los nacimientos de bebés de madres niñas de entre 10 y 14 años ocurridos en México en 2017, según las bases de datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), fueron 4 mil 810. Niños de madres niñas, cuyas vidas resultan destrozadas y violentadas por quienes deberían protegerlas.
Otro tema, relacionado pero distinto, son las madres adolescentes, de entre 15 y 17 años. Es distinto no por lo que representa de abuso y de dolor, sino por lo que se pudiera hacer para disminuirlo. Y aquí estamos hablando de 97 mil 571 nacimientos anuales en el país, de acuerdo con las cifras del Inegi que me proporcionó Echarri Cánovas.
Estas mamás de entre 15 y 17 años han sido embarazadas por hombres 4.37 años más de edad, en promedio.
Se trata, pues, de adultos que embarazan a menores. También debe ser tratado como un delito.
Lo diferente es que estas menores adolescentes están en otras circunstancias, sin duda más complejas que las de las niñas simplemente desprotegidas y violentadas de 10 a 14 años.
Y las posibles acciones preventivas son también distintas.
Las adolescentes madres resultan perdedoras en su nuevo juego de tomar decisiones, porque les falta información, porque se hallan enfrentadas a situaciones de vida que las presionan a tomar decisiones para las que no están maduras.
Sus familias y escuelas no han sido capaces de hablarlo por vergüenza, por una moralidad mal entendida o por la falsa creencia machista de que estar bien informadas las empujará a hacer cosas que ellos no quieren que hagan. Y ahí se encuentran con un aprovechado. Hay tarea. M